(Fotos: AFP)
(Fotos: AFP)
Ricardo Montoya

Lo que importa en torneos cortos de fútbol, como la , no es el inicio del mismo sino el desenlace. La memoria es selectiva y no va a considerar en el momento de la evocación que no pudo quebrar a o que se descascaró en su estreno, si luego coloca otra estrella en el firmamento de sus conquistas. De la misma forma, si este Uruguay estelar y esta Colombia ‘Queiroziana’ desvían los rieles de su fútbol, y la derrota aparece en su horizonte, el recuerdo, probablemente, se enfoque más en las razones de la debacle que en las virtudes exhibidas hasta ahora. El fútbol es solo un juego, pero también, y aunque no debiera serlo, en ocasiones se transforma en el estímulo que apresura nuestro corazón en distintas formas.


► 

Solo los más memoriosos italianos recuerdan todo lo que les tocó vivir en esa fase de grupos de España 82, donde padecieron el toque de Perú y el estado físico de los cameruneses. Sin triunfos y con tres empates, el otro fue ante Polonia, Italia atravesó el desierto para encontrarse con el manantial de sus virtudes a partir de la segunda instancia. Tras el campeonato, el hincha ‘azzurri’ prefi ere rememorar cómo entre Paolo Rossi y Bruno Conti se bajaron a la Argentina de Maradona y al mejor Brasil de los últimos 40 años, para luego vencer a Polonia en ‘semis’ y a Alemania en la final. La primera etapa parturienta es solo anécdota cuando el desenlace ha sido feliz.

Nadie recordará en el tiempo lo caótico de este cambalache argentino que encabeza Lionel Scaloni si los platenses optimizan frente a la difícil Qatar lo que hicieron en el segundo tiempo contra Paraguay. Ya hubo algo de mejoría respecto a la deslucida presentación ante Colombia y a la paupérrima primera mitad contra los guaraníes. Hay circunstancias cuya única virtud es que no pueden ser peores. Esta es una de ellas. Si el grupo arregla entuertos, supera a los cataríes y accede a cuartos de final, habrá que aguantarlos. En lo colectivo han sido grises, pero tienen a Messi, a jugadores ubicados en las mejores ligas del planeta y, sobre todo, visten una camiseta con mucha estirpe.

Es distinto lo de Brasil. Si bien alguna prensa local ha calificado de “normalito” al equipo de Tite tras la ausencia de Neymar, sospecho que se comete una injusticia. Si bien es innegable que el Scratch ha perdido toneladas de fantasía con la falta de su actual jugador bandera, en cambio ha obtenido la calma que necesitaba para disputar un torneo de esta envergadura. De todas formas, no es que no haya generado situaciones de gol. De lo que ha carecido es de eficacia. Contra Venezuela ha sido el VAR en dos oportunidades, Faríñez en una y la imprecisión en un par más lo que los ha privado de la victoria.

Técnicamente, los brasileños siguen honrando la pelota y mimándola con ternura. A ello han sumado esa intensidad tan propia de los equipos de Tite. Perú urge de eficacia y brillantez táctica si mañana espera sorprender al anfitrión.

De momento, los gigantes hacen la siesta. Ojalá que tarden en despertar.

Contenido sugerido

Contenido GEC