Fabio Quagliarella, experimentado delantero italiano. (Foto: AP)
Fabio Quagliarella, experimentado delantero italiano. (Foto: AP)
Guillermo Oshiro Uchima

En un país donde el fútbol se piensa de atrás para adelante, donde defender es un arte y el catenaccio una religión, jugar a ser goleador es una aventura ligada al fracaso o, en el mejor de los casos, al éxito pasajero. Solo en la última década el Calcio vio desfilar a un ejército de hombres de área que no pudo ser David en un mundo gobernado por Goliats. Quizá fue Pippo Inzaghi el póstumo depositario de una raza extinta, el último ‘capocannoniere’ temido incluso fuera de los linderos del imperio itálico. La lista de atacantes ‘azzurris’ incluye a Toni, Cassano, Borriello, Gilardino, Iaquinta, Quagliarella, Pazzini, Balotelli, Di Natale, Zaza, Pellé e Immobile. Todos defendieron a la Squadra y tuvieron su cuarto de hora. Ninguno trascendió en campos enemigos en el prohibitivo oficio del gol.

Que Batistuta siga siendo el dios del área en el país de la bota, 15 años después de abandonar sus tierras, explica la ausencia de un referente nacional. El argentino es un tótem inigualable. Por ello la proeza de un delantero de carne y hueso merece ser contada. Igualar la gesta asignada solo a deidades como el ‘Bati’ debe tener ribetes heroicos en la ultradefensiva Serie A, aunque muchos la desprecien hoy porque sigue perdiendo calidad en comparación con las otras ligas top del Viejo Continente. Ya no es lo que era: la vedette balompédica de los 80. Sin embargo, eso no desmerece el registro de Fabio Quagliarella: marcar en once juegos consecutivos en el siempre durísimo Calcio.

Gabriel Omar Batistuta. (Foto: AFP)
Gabriel Omar Batistuta. (Foto: AFP)

Como Batistuta con la Fiorentina (94-95), Fabio lo hizo con una camiseta sin la tradición millonaria de la Juventus, Milan o Inter. Lo consiguió defendiendo a la Sampdoria a pocos días de cumplir 36 años el jueves pasado. Sin embargo, sus celebraciones empezaron el 28 de octubre en el Giuseppe Meazza cuando le marcó al AC Milan. Luego vulneró los arcos del Torino (1), Genoa (1), Bolonia (2), Lazio (1), Parma (1), Empoli (1), Chievo (1), Juventus (1), Fiorentina (2) y Udinese (2).

Siendo actor de reparto en la Eurocopa 2008 y en el Mundial Sudáfrica 2010, donde convirtió un gol, Quagliarella disfruta ahora del protagonismo después un largo peregrinaje por Torino, Fiorentina, Chieti, Ascoli, Sampdoria, Udinese, Napoli y Juventus con algunos picos de alto rendimiento. Finalmente volvió a Génova para establecerse como el goleador que es con la Samp.

Su racha terminó el fin de semana en el San Paolo, templo sagrado donde vivió un infierno. Vestir la camiseta del Napoli a la que le juró amor eterno casi lo lleva a la ruina. Un policía corrupto lo acusó de pedófilo, de estar vinculado a la camorra napolitana, consumir drogas y participar en amaño de partidos. Fue amenazado de muerte y decidió partir a la Juve, lo que fue tomado como una traición por los hinchas sureños. Hoy, comprobada su inocencia, los sufrimientos son lamentos pasados.

“Puede que dentro de 20 años vengan a mi casa porque un nuevo Batistuta está intentando batir mi récord”, comentó el ‘Bati’ cuando estableció su registro. Se equivocó por cuatro calendarios. Quagliarella es esa rara ave que el argentino vio sobrevolar por la Serie A.

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