Gabriel Batistuta disputó tres Mundiales (1994, 1998, 2002) y marcó diez goles. (Foto: AFP)
Gabriel Batistuta disputó tres Mundiales (1994, 1998, 2002) y marcó diez goles. (Foto: AFP)
Guillermo Oshiro Uchima

(Reconquista, 1 de febrero de 1969) ha vuelto a nacer en un hospital suizo. Ahí, con la misma precisión de la mejor relojería del mundo, los médicos han reconstruido su tobillo izquierdo con una prótesis. El exgoleador argentino espera liberarse de la marca más terrible que ha sufrido en su vida: los insoportables dolores que le impiden caminar. Si la operación y la recuperación de tres meses logran extirpar las dolencias, el ‘Bati’ ofrecerá su tobillo derecho para completar la restauración total.

El drama solo se entiende a través de las palabras del ‘Bati’. “Es verdad que le pedí al doctor que me cortara las piernas porque no podía caminar”, confesó hace unos años. “Dejé el fútbol y de un día para otro no podía caminar más. No al mes, a los dos días no podía caminar. Me oriné en la cama teniendo el baño a tres metros porque no me quería levantar”, añadió.

Diecisiete años de carrera le generaron lesiones irreversibles. Su obsesión por jugar, y anotar goles, lo llevó a infiltrarse cada fin de semana para aliviar molestias de tantos golpes que sufría. Ese exagerado profesionalismo derivó en que se quedara sin cartílagos en las articulaciones de ambos tobillos. Ello es lo que produce el contacto entre los huesos y una explosión de dolor peor que cualquier patada artera de un defensa rival.

Batistuta junto a Diego Maradona en el Mundial Sudáfrica 2010. El Diez le había ofrecido al exgoleador ser parte de su Comando Técnico en Gimnasia. (Foto: AP)
Batistuta junto a Diego Maradona en el Mundial Sudáfrica 2010. El Diez le había ofrecido al exgoleador ser parte de su Comando Técnico en Gimnasia. (Foto: AP)

La fatalidad del ‘Bati’ siempre fue un tema vigente en su país. Y se entiende porque si en Argentina la leyenda del ‘10’ nació con Diego Maradona, con él se instauró la del ‘9’. Con un olfato goleador único –en el área el balón siempre lo encontraba bien posicionado– y una potencia física increíble, el ‘Rey León’ optaba por la definición segura antes que adornarse con sutilezas. Los misiles que salían de sus botines o de su cabeza eran imposibles de detener. Los 356 goles en 632 partidos demuestran la eficacia y pulcritud de su método, un estilo incontestable que incluso hasta hace poco ostentaba el récord goleador con la Albiceleste: 54 conquistas en 78 presentaciones. Ese registro fue superado por Lionel Messi (68 tantos en 136 juegos). “Me jodió bastante. Era un honor. Vas dando vueltas por el mundo y dices: ‘Yo soy el máximo goleador de la selección argentina’. La ventaja que tengo es que vengo después de un extraterrestre”, contó el ‘Bati’ cuando la ‘Pulga’ lo bajó del podio.

Gabriel Omar jugó tres mundiales (Estados Unidos 94, Francia 98 y Corea-Japón 2002), obtuvo dos Copas América (Chile 1991 y Ecuador 1993) y una Copa Confederaciones (1992), además supo romper redes con las camisetas de Newell’s Old Boys (1998), River Plate (1989-90), Boca Juniors (1990-91), Fiorentina (1991-2000), Roma (2000-02), Inter (2002-03) y Al-Arabi (2003-05). En Italia también lo adoran. Ahí es uno de los emperadores del gol. Ganó una Copa de Italia, una Supercopa, una Serie B y fue ‘capocannoniere’ con la Fiore, también un Scudetto y una Supercopa con la Roma. En el país de la bota, su botín siempre tuvo pólvora.

Después de su retiro dorado en Qatar en el 2005, se refugió en su hogar en Reconquista, Santa Fe, ahí donde no existen recuerdos de su exitosa trayectoria. No hay camisetas, tampoco trofeos ni fotos. Quizá porque al ‘Bati’ esas reminiscencias le generan dolores reales en su lastimada humanidad. Pero jamás podrá evitar que esa rapsodia de goles quede marcada en la vida de los muchos que soñamos alguna vez en los 90 con ser el modélico Batistuta, ese delantero infalible.

El cineasta italiano Pablo Benedetti también lo inmortalizará en la gran pantalla a través del documental “El número nueve”. En él relata la vida del artillero que ofrendó sus dos tobillos en su obsesivo afán por marcar goles. Nosotros quedaremos agradecidos eternamente por tremenda inmolación.

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