José Mari Bakero ganó la Champions como jugador del Barcelona en la temporada 1992. (Foto: Barcelona FC).
José Mari Bakero ganó la Champions como jugador del Barcelona en la temporada 1992. (Foto: Barcelona FC).
Pedro Canelo

Bajo el sol incansable de Copacabana se había improvisado un centro de conversación futbolística durante Brasil 2014. No era un set de televisión ni una cabina de radio, eran las mesas al aire libre de un restaurante ubicado en el rincón donde terminaba esta famosa playa carioca. Allí pasaba la tarde mientras descansaba de las transmisiones para un canal español. Ya habían pasado unos nueve meses de su salida del Juan Aurich, y al momento de consultarle sobre su paso fugaz por el torneo local, su respuesta fue: “El fútbol peruano se debe profesionalizar”. Han pasado tres años de esa conversación y las noticias desde Cataluña anuncian que Bakero se encargará junto a Guillermo Amor del fútbol formativo del Barcelona FC. Su carrera podría seguir la misma ruta de técnicos como Guardiola, Luis Enrique o Vilanova. Suena exagerado a priori, pero una vez más estaríamos expuestos a esas lecciones continuas que nos da como bofetadas el balompié internacional. El problema no son los técnicos que vienen al país, el problema somos nosotros.

Quizá sea apresurado comparar a Bakero con otros entrenadores que pasaron del Barcelona B o de los juveniles a alguna división mayor. Para empezar, su retorno suena a tardío por un tema generacional. Cuando Guardiola y Luis Enrique se colgaban la medalla de oro como jugadores Sub 23 en los Juegos Olímpicos 1992, Bakero ya tenía larga trayectoria en el Barza (les lleva entre siete a ocho años). Digamos que a diferencia de los mencionados, lo del ex entrenador del ‘Ciclón’ norteño es una segunda oportunidad avalada por su papel histórico como fiel hombre azulgrana.

“Quiero hacer del Aurich un Barcelona peruano”, dijo José Mari Bakero en el verano del 2013 y la platea periodística en Chiclayo casi explota en risa. Su entusiasmo sonó hilarante y hasta surrealista. Nos tardamos en entender es que este entrenador español intentó apostar por la transformación de un club y le faltó tiempo. Se fue por malos resultados y ha demorado casi tres temporadas en reengancharse con un proyecto grande luego de pasar más tiempo en la TV.

La carrera de Bakero como técnico y director deportivo en países como España, Polonia, Perú y hasta Venezuela no ha sido muy premiada por ahora. Su gran oportunidad para empezar desde cero ha llegado junto a Amor, otro histórico de aquel ‘dream team’ que dirigió Cruyff. Al Aurich lo dejó algo relegado en la tabla, sin embargo, algo de razón tuvo esa tarde de Copacabana, mientras veía el Alemania-Argelia de octavos de final, cuando diagnosticó que antes de crucificar entrenadores debemos ser más prolijos en todas las instancias de este deporte.

Para tanto éxito reunido, algo de visión deben tener los encargados de las divisiones futbolísticas del Barcelona. Algún mérito debe tener Bakero más allá del camisetazo de su trayectoria. En el Perú hemos tenido técnicos que han ido después a mundiales como Pinto o Sampaoli, otros fueron campeones mundiales de clubes como Autuori y otros de la Copa América como Pizzi. Y aquí seguimos celebrando aniversarios sin ir a mundiales, soplando velas pidiendo al cielo ese casi inalcanzable deseo. José Mari Bakero se fue por la puerta falsa y ahora es recuperado para formar jugadores en uno de los clubes más poderosos del planeta. Agárrense si lo hace bien.

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