El Real Madrid no pide más. Desde entonces, el madridismo está desnortado. (Foto: EFE)
El Real Madrid no pide más. Desde entonces, el madridismo está desnortado. (Foto: EFE)
Jerónimo Pimentel

El Real Madrid le ganó ayer 4-1 al Valladolid, pero a nadie le importa el resultado; el equipo de Solari está eliminado de las dos copas en las que hasta hace poco competía y, en la liga española, va tan rezagado y falto de fútbol que ni el hincha más apasionado le da la menor opción de triunfo.

La pregunta es: ¿cómo el triple campeón sucesivo de la Champions League ha llegado a esta catástrofe? ¿Cómo es posible la debacle en un club que posee en el mediocampo a Kroos, Modric y Casemiro? ¿Cómo un conjunto que posee a lo mejor de la nueva generación española, como Asensio e Isco, puede quedarse sin objetivos a inicios de marzo? ¿Quién explica la caída de una camiseta en la que Courtois y Navas compiten por defender el mismo arco?

Tuhami quebró el empate inicial en el estadio José Zorrilla y Varane emparejó las acciones antes de la celebración de Benzema en la etapa complementaria. (Foto: EFE)
Tuhami quebró el empate inicial en el estadio José Zorrilla y Varane emparejó las acciones antes de la celebración de Benzema en la etapa complementaria. (Foto: EFE)

Hay muchas explicaciones, pero la principal es dirigencial: el Real Madrid no logró nunca recuperarse de la doble salida de Zinedine Zidane en el banquillo y Cristiano Ronaldo en el área.

El despropósito de Florentino Pérez con Julen Lopetegui fue terrible, ya que desarmó a la selección española a días del debut mundialista a la vez que enturbió el inicio del proceso del vasco con los merengues. Luego, Lopetegui fue incapaz de sostener la presión de un club que solo acepta el triunfo semanal. Zidane, con perfil bajo, había logrado alinear las piezas para armar un equipo, si bien ajeno a las vanguardias tácticas y al juego vistoso, bastante efectivo. El Real Madrid no pide más. Desde entonces, el madridismo está desnortado. Los síntomas que vienen del camerín son las primeras costuras que se desatan: choque de egos y rencillas. Hay lugares, dicen los agoreros, desde donde no se vuelve.

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El paso de ‘CR7’ a la Juventus terminó por desarmar un equipo frágil. Pérez subestimó la importancia del delantero, uno de los pilares sobre los que se sostuvo el Real Madrid durante la última década. Sin él se perdió un referente, una cuota de gol por temporada irrecuperable, un muro simbólico en la competencia contra el Barcelona (y el mundo), y un nervio constante en el área del rival, sea este quien sea.

Si la idea de Florentino era compensar esta pérdida con Mbappé, dice mucho de un proyecto deportivo que dependa exclusivamente de la compra de una estrella en ascenso. Pero dice más que no lo haya podido fichar. Vinicius, en ese rol, ha terminado sobrepasado, al punto de lesionarse. Bale tiene los minutos de un jugador camino al retiro, mientras que Benzema, siempre subestimado, no tiene el carácter ni el liderazgo para reconducir a sus compañeros.

El futuro es complicado, en tanto esta temporada no es más que una invitación a repensarse, algo complicado para quienes creen que el cerebro está en la billetera. El cortoplacismo tampoco ayuda. Aún así, la solución es evidente: contratar un comando técnico de verdad, darle un plazo lógico para que rehaga la plantilla y crear una apuesta de mediano plazo sostenible. Algo así como lo que ha hecho el Ajax.

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