La portada de El Comercio del 10 de agosto de 1927 anunciaba la llegada del Real Madrid al puerto del Callao. (Archivo histórico)
La portada de El Comercio del 10 de agosto de 1927 anunciaba la llegada del Real Madrid al puerto del Callao. (Archivo histórico)
Renzo Giner Vásquez

Miércoles 10 de agosto de 1927. Augusto B. Leguía era el presidente de un Perú que se preparaba para acoger la undécima edición del Campeonato Sudamericano de Fútbol, predecesor de la Copa América. En Ecuador se celebraban los 108 años de la revolución de Quito, el inicio de su proceso independentista. En Bolivia se gestaba la revolución indígena. En Camboya, enterraban al rey Sisowath. En Estados Unidos, el aviador Paul Redfern ultimaba detalles para el primer vuelo sin escalas hasta Río de Janeiro. Al final desaparecería en el intento. Y en el puerto del Callao atracaba el vapor Santa Ana con el Real Club de Madrid.

Como parte de una gira de cuatro meses en la que recorrieron Norte, Centro y Sudamérica, el cuadro blanco llegó al Perú para disputar dos amistosos con combinados de Lima y el primer puerto. Y todo fue registrado por El Comercio.

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Encabezados por Santiago Bernabéu, quien además de presidir al club también lo entrenó durante ese año, los jugadores y delegados del vieron cómo los directivos de la Federación Peruana de Fútbol Alejandro Garland, Pedro Ureta y J. Fitzgerald se acercaban a bordo de una lancha para darles la bienvenida.

Tras cumplir con los registros y desembarcar, los jugadores subieron a un bus que los llevó hasta el Hotel Bolívar. Según El Comercio, la ruta elegida fue a través de la Avenida del Progreso, inaugurada en 1924 y a la que hoy conocemos como la Av. Venezuela.

El capitán de aquel equipo era Félix Quesada, de 25 años, era abogado y jugaba como defensa. En 1926 había obtenido el Balón de Oro de manos de la Asociación de la Prensa de España. Ese mismo año visitó por primera vez el Perú, cuando fue convocado como refuerzo para el Real Deportivo Español durante su gira por Sudamérica. En aquella ocasión, el equipo español jugó tres partidos en nuestro país. Todas fueron victorias europeas.

Como dato extra, en 1929 Quesada sería el mejor jugador del partido en el que España le ganó a Inglaterra. Fue la primera vez que los ingleses perdieron un encuentro oficial fuera de su territorio.
Volviendo a la Lima de 1927, el día de su llegada los jugadores del Real Madrid pidieron descansar por unas horas antes de salir a visitar la ciudad. Sus colegas del Real Deportivo Español les habían recomendado algunos lugares y estaban ansiosos por conocerlos. Quedaron encantados con el clima, el ambiente y el parecido, según ellos, que tenía nuestra capital con Sevilla.

La superioridad blanca era evidente. El Madrid, junto al Athletic Club de Bilbao y el F.C. Barcelona eran considerados los equipos más importantes de la joven liga española. Los blancos ya habían ganado cinco campeonatos nacionales y en el equipo destacaban Manuel ‘Pachuco’ Prats, Juan Urquizu, Francisco Marín, José María Peña y Desiderio Esparza.

Prats en realidad aún no era jugador blanco, pero tuvo un rendimiento tan destacado durante la gira que a su regreso a España, el Madrid le pagó 20 mil pesetas al Murcia para su traspaso. Junto a Peña y Esparza conformaron uno de los mejores mediocampos en la historia madridista.

En cuanto a Urquizu, El Comercio de esa época resumió su importancia de la siguiente manera: “Es uno de los jugadores españoles más solicitados, pues a su regreso de la gira con el Real Club Deportivo Español por América, se lo disputaron los mejores clubes (…) Fue, con Quesada, la revelación del equipo español, debiéndose en gran parte a ambos la mayoría de los triunfos realistas”.

La edición de la tarde del decano reveló que el primer rival del Madrid sería el combinado del Callao. “La suerte designó al equipo representativo del Callao ser los primeros en medir fuerzas con los españoles”, decía el artículo que anunciaba el resultado del sorteo realizado por la FPF.

“Toca a los chalacos intentar para el fútbol porteño los mejores resultados, van a la brega escasos de la debida y necesaria preparación, pero van guiados de los mejores propósitos de luchar hasta donde sus facultades se los permita para dejar la más aceptable impresión en el ánimo de los aficionados”, continuaba el texto de aquella época. “Que hay superioridad técnica, de conjunto y experiencia en los colegas del Real Madrid, no cabe discutirlo, pero es tiempo de que nuestros futbolistas sean sometidos a las más severas pruebas para que adquieran experiencia y conocimiento”.

— El primer partido—
El 14 de agosto de 1927 el Estadio Nacional lucía repleto. Primero, el Atlético Chalaco y Alianza Lima se encargaron de calentar el ambiente. El partido terminó 2 a 0 a favor de los victorianos.

Tras ello, la locura se desató. El público logró superar la seguridad y al no poder ocupar más espacio en las tribunas se acomodaron detrás de los arcos y el palco de periodistas.

Vidal, Quesada, Urquizu, Prats, Esparza, Muñagorri, Triana, Moraleda, Gurrucharri y Del Campo saltaron al centro del gramado vistiendo el uniforme del Real Madrid. La afición estalló en gritos y aplausos. Luego, lo hicieron los jugadores del Seleccionado del Callao, portando una bandera española.

La ovación fue dos veces más fuerte. Los aplausos llegaban acompañados del grito de “¡Chin, pun, Callao!” mientras Alvarez, Saldarriaga, Vasquez, Mustafich, Arana, Ulloa, Dávila, Sudman, Dafino, Puente y Córdova trotaban sobre el campo.

El Madrid dominó el partido, según la crónica de El Comercio. El asedio blanco era tan intenso que los delanteros chalacos tuvieron que abandonar sus posiciones de ataque y bajar a defender el mediocampo. A los 24 minutos Gurrucharri anotó el primero. A los 40 minutos, el mismo jugador anotó el segundo de cabeza. Con el 2 a 0 se fueron al descanso. Al regresar al campo, el equipo chalaco lucía desmoralizado. No tardó mucho en llegar el 3 a 0 mediante un remate de Triana. Un corner le permitiría anotar el 4 a 0 a Peña.

El descuento chalaco llegaría gracias a Saldarriaga, encargado de anotar un penal cobrado luego de una violenta barrida de Quesada contra el peruano Braiding.

El resultado pudo ser peor, luego de que el español Traviesi anotara un gol que fue anulado por posición adelantada. Con muchos sustos en el arco chalaco y algunas incursiones de Saldarriaga en el área contraria finalizó el encuentro.

Terminado el partido, los jugadores del Real Madrid se acercaron al palco oficial, donde el embajador de España en el Perú, de apellido Ojeda, entregó la Copa Municipal. El público celebró con aplausos la victoria de los españoles, quienes respondieron el gesto gritando tres “¡hurras!” por el Perú.

Finalmente, El Comercio solicitó a Quesada sus opiniones sobre el partido. A continuación, la transcripción de lo que dijo el capitán del Real Madrid:

“Mis impresiones del match de esta tarde no pueden ser mejores en todos los aspectos, ya que tanto público como jugadores nos han tratado como a verdaderos compañeros. En cuanto al juego de nuestros amistosos adversarios, y anticipándonos que un solo partido no es suficiente para emitir un juicio definitivo, adelantaré que a mi modesto entender tienen una buenísima cualidad, el entusiasmo, pero han de procurar no excederse en él, pues esa será la causa de los jugadores no tengan la precisión debida. Le agradeceré que por medio de su digno diario, transmita a la simpática ciudad de Lima, el saludo que todos le enviamos y el agradecimiento al público que tan caballeresco comportamiento ha tenido para con nosotros”.

— Empate histórico—
“En un sensacional partido, el Seleccionado de Lima empató honrosamente con el Real Madrid”. De esa forma tituló El Comercio la página 11 del martes 16 de agosto de 1927.

Un día antes, se había hecho historia en el Estadio Nacional.
El marco fue similar al del domingo. Aunque en esta oportunidad los organizadores tomaron mayores precauciones. El Comercio resalta las mejoras en los servicios de boletería para este encuentro y el amplio despliegue policial. El partido previo lo protagonizaron el Lawn Tennis de la Exposición y el Sport Inca. El resultado final fue de 1 a 1.

Los primeros en salir a la cancha para el partido estelar fueron los jugadores peruanos. El equipo estaba conformado por los aliancistas Segalá, Quintana, García, Sarmiento, Neira, Villanueva, Montellanos y Lavalle; además de los jugadores del Circolo Sportivo Italiano, Maquilón y Parravieni; y Moscoso del Association F.B.C.

Por otro lado, los encargados de representar al Real Madrid fueron Vidal, Urquizu, Quesada, Prats, Lope Peña, Peña, Menéndez, Moraleda, Travieso, Gurrucharri y Del Campo; quienes salieron portando una bandera peruana.

En el palco de honor, el embajador español estaba acompañado del alcalde de Lima Andrés Fernando Dasso Hoke, el presidente del Comité Olímpico Peruano comandante Tomás Pizarro y la delegación de directivos del Real Madrid.

La actitud de los limeños fue opuesta a la del Seleccionado Chalaco, resalta la crónica de este Diario. “El partido jugado ayer en el Estadio Nacional entre esos dos cuadros, es una prueba evidente de que, a pesar de todas las visicitudes que forzosamente obstaculizan el progreso y organización del fútbol peruano, se va ya por buen camino y con miras de poder llegar a ese codiciado nivel en que se encuentran los países hermanos del continente sudamericano”.

El marcador se inauguró a los seis minutos de juego. El gol fue para el Real Madrid, obra de un violento remate de Gurrucharri que, tras desviarse en el pie de Moscoso, dejó sin opciones al portero Segalá.
A pesar de ello, el Seleccionado de Lima mantuvo la moral al tope. El partido se hizo de ida y vuelta convirtiendo a las defensas de ambos equipos en las protagonistas.

Tres minutos después, una pelota disputada en el medio quedó en los pies de Lavalle, quien comenzó a correr hacia el arco español. Superó a Peña. Pasó a Urquizu, pero este último se barrió contra el peruano. Penal para los limeños. Villanueva tomó la pelota, la puso en el manchón y pateó.

La pelota ingresó. Aunque un miembro de la delegación española que se había parado junto a uno de los postes remató el balón con la intención de engañar al árbitro. El juez, afortundamente, no compró el engaño.

Las combinaciones entre Villanueva, Sarmiento y Neira pusieron en aprietos al Real Madrid durante el resto del encuentro. En respuesta, Lope Peña, Prats y Quesada intentaban por cualquier medio recuperar la ventaja.

Un cabezaso de Sarmiento, ante la mala salida de Vidal, pudo poner el marcador a favor de los limeños, pero falló por muy poco.
En medio del primer tiempo, a las 4:30 p.m., el árbitro detuvo el partido mientras la banda tocaba la marcha de banderas. El presidente Leguía había llegado al estadio y el juez consideró oportuno que todo se detuviera a modo de saludo.

El resto del partido transcurrió con la misma intensidad. El dominio del balón fue por largos ratos limeño y en más de una ocasión los jugadores del Real Madrid tuvieron que recurrir a manos o faltas para frenar los ataques, reseña El Comercio.

Sin embargo, el marcador no se movería más. Con el pitido final, el público corrió al campo para felicitar a los jugadores nacionales. Maquilón y Parravicini fueron llevados en hombros hasta el vestuario. Los españoles ganaron la copa disputada aquel día y Santiago Bernabéu recibió un escudo de Lima de plata de manos del alcalde de Lima.

En respuesta, el Real Madrid entregó la Copa Alfonso XIII, enviada por el monarca español y que sería disputada por los mejores equipos peruanos.
Una nota al final del artículo de aquel día indicaba que el Real Madrid, el Circolo Sportivo Italiano y el Association F.B.C. buscaban pactar un tercer partido. Este, finalmente, no se dio.
De esta forma culminó la histórica primera gira del club blanco por nuestro país.

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