Se conocieron en Matute. Pero no en la popular sur a la que fueron infinidad de veces. Tampoco en un partido del primer equipo. La primera vez que se encontraron fue en la cancha auxiliar del estadio blanquiazul y en un partido del equipo femenino. Por curiosidad de ir a ver el fútbol femenino y por amor e identidad al club, cinco “tribuneros” -dícese del hincha que tiene en el estadio su templo al que asiste siempre- se juntaron sin saber que un 16 de agosto de 2019 formarían “La Banda Íntima”, la primera barra oficial de un equipo femenino en el Perú, y que estarían un sábado por la tarde, desde Sur, junto a otros cientos de hinchas, alentando y gritando cada uno de los once goles que le propinó Alianza Lima (11-1) a Atlético Trujillo por la Liga Femenina.
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Las dirigidas por Samir Mendoza, y vigentes campeonas, jugaron por primera vez en su estadio. Otro episodio histórico para ellas. Y fue ante más de tres mil personas que decidieron que ir a alentarlas era el mejor plan sabatino. Si en la tribuna sur estaban los “tribuneros”, en occidente el papá de Rosa Castro celebraba el primero de los dos goles que anotó la lateral con lágrimas en los ojos mientras gritaba orgulloso “¡Esa es mi hija, esa es mi hija!”. Ella también lloró en el campo porque nunca había hecho un gol con Alianza.
Alianza Lima goleó y cada gol tenía una celebración distinta, como si las jugadoras hubieran preparado todo un repertorio para que la hinchada no se abrumara con tantos festejos. Del trencito tras el primer gol de Neydi Romero -la venezolana, una de las mejores del torneo, anotó un doblete- que hizo recordar a la celebración del título de 97 a la euforia de Sandy Dorador -también marcó por duplicado- colgándose en las mallas que separan la cancha de la popular sur, el lugar en el que estaba “La Banda Íntima”.
“Luego de ese primer partido en el que fuimos, nos citamos para la siguiente fecha. Había que meter más aliento porque notamos que las chicas jugaban más entusiasmadas y le ponían más ganas con la barra al costado, así que decidimos invitar más gente. El siguiente partido fue en Chorrillos, en el New Camp La Academia. Ese día llevamos un par de instrumentos (un zurdo y una tarola) y empezamos a alentar. Éramos seis y no paramos de cantar los 90 minutos. Ganamos y las chicas se acercaron a agradecernos, nos tomamos fotos. Ahí empezó el vínculo con las jugadoras”, nos cuenta uno de los fundadores antes de explicarnos que el nombre nace en un restaurante al que fueron tras el partido y le pusieron “Banda” porque tenían instrumentos e “Íntima” porque esa palabra se identifica con Alianza.
“Nosotros siempre hemos buscado promover el fútbol femenino”, añade otro. Si el sábado, luego de los goles, y con la ayuda de la voz del estadio, los más de tres mil hinchas que asistieron a Matute gritaron el apellido de las autoras de los tantos, también es por ellos. Por ellos, que decidieron darle la importancia debida al equipo femenino, y por sus familiares que nunca dejaron de apoyarlas. Por los que siempre estuvieron y por los que se suman, en la casa de Alianza Lima quedó demostrado, una vez más, que las futbolistas han dejado de ser invisibles e ignoradas; hoy son reconocidas e ídolas de una afición que no dudó, por ejemplo, hacer una larga cola y esperar muchos minutos por un selfie con Miryan Tristán, la atacante blanquiazul que se recupera de una lesión y estuvo en uno de los palcos.
“¿Te acuerdas del clásico de 2019 en Campo Mar?”, le pregunta uno de los integrantes a otro. “¡Uff, qué día!”, responde. “Lo que pasa es que allá no estaba permitido el público. Al inicio dijeron que sí, pero luego que no. Entonces al llegar conversamos con la hinchada de la ‘U’ para evitar confrontaciones, les dijimos que solo veíamos a acompañar al equipo. Así que no alentamos, solo estuvimos presentes. Ellas, claro, sabían que no estaban solas. Al finalizar nos tomamos una foto entre todos, hinchas de Alianza y Universitario, para apoyar la campaña #QueremosSerVistas”, nos cuentan luego de que le preguntemos qué pasó. Ellos también fueron parte de la lucha.
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Un viaje histórico y todo lo que vino después
A más de 3 mil kilómetros de Lima, en la capital paraguaya de Asunción, Alianza Lima Femenino hizo historia en noviembre del año pasado al llegar hasta cuartos de final en la Copa Libertadores. Pero no estuvieron solas. Hasta allá llegaron miembros de “La Banda Íntima” en un periplo de 75 horas en bus que se contó en una crónica imperdible de DT El Comercio.
“Una de las cosas que más me acuerdo de ese viaje fue la caminata de cuatro horas en la frontera de Paraguay mientras esperábamos que pase un trailer o algún auto que nos jale”, rememora uno de los viajeros. “O cuando le saltó la culebra a uno de los viajes en la Selva del Chaco, ja ja ja”, narra otro.
Los más de 3 mil kilómetros nunca fueron un impedimento. La falta de recursos económicos tampoco. Hicieron rifas, vendieron cosas y hasta gastaron sus ahorros. Una mochila, algunas prendas necesarias y nada más. “Comimos en el bus prácticamente. Galleta y gaseosa era nuestro desayuno, almuerzo, cena y merienda. Recién en Paraguay nos alimentamos bien, pero eso nunca importó, la verdad”, nos habían contado antes.
El periplo inició en Lima con un viaje en bus hacia Desaguadero, ciudad puneña fronteriza con Bolivia. Después de un breve descanso partieron con rumbo a La Paz, capital boliviana, luego hacia Santa Cruz. Hasta ese momento, los amigos unidos por los colores azul y blanco, habían contado 52 horas de viaje.
Villamontes, una ciudad al sureste de Bolivia fue la siguiente parada antes de llegar a la frontera entre el país altiplánico y Paraguay. Mariscal fue el primer pueblo guaraní en el que estuvieron los peruanos. Las últimas siete horas en bus, el sexto que tomaron, antes de arribar a Asunción, el destino final, pasó volando. En total fueron alrededor de 75 horas (3 días y 3 horas) de viaje. No se sabe si lograron batir algún récord, pero sí deben ser parte de la historia blanquiazul.
En adelante vinieron otras gestas que deben ser recordadas, como el viaje a Trujillo del equipo femenino. Era la primera salida a provincia de las campeonas y al llegar al norte del país se encontraron con un banderazo y un recibimiento nunca antes visto. “Siempre coordinamos con los grupos de cada zona o barrio. Tratamos de que la fiesta sea para todos y que también vengan familias al estadio”.
“La Banda Íntima” pasó de tener a cinco integrantes a ser más de 40. Dedicados cien por ciento al fútbol femenino, a alentar a las jugadoras en cada partido -se juegue en San Marcos o Matute- y a aportar en la lucha en busca de la profesionalización. Si Alianza Lima hoy es una de las instituciones que más valor le da a sus futbolistas, es también porque cinco “tribuneros” decidieron acompañarlas siempre.
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