JOHANA CUBILLAS @jocubillas
Cuando dije que el caso de Reimond Manco me daba pena, no me refería a él como persona. Tuve la oportunidad de conocerlo y la verdad me cayó muy bien. Siempre que le pedí una entrevista me la concedió, y eso habla bien de él. Considero que no soy nadie para juzgar la forma de vivir de la gente. Cuando declaré que su caso me daba pena, me refería a su carrera como futbolista profesional. Hablaba de la lástima que siento cuando veo que desperdicia su talento, quizás porque he visto a pocos jugadores peruanos que sean tan habilidosos como él, o porque en algún momento pensé que frente a mí estaba parado el próximo ídolo de Alianza Lima. Y probablemente el mismo Reimond piense lo mismo.
No creo que luego de haber tocado lo más alto y de haber sido titular de muchos diarios deportivos durante varios meses, no le afecte negativamente ver que a sus 23 años, su carrera se encuentra en fase terminal. No creo que tras pasar por clubes en Holanda y Qatar, no le afecte terminar en Chimbote, sin menospreciar a José Gálvez, que confía en él y le está abriendo las puertas en Segunda División. No creo que pase por alto que el equipo de sus amores, Alianza, en el que se formó, no lo tome en cuenta para ser parte de su plantel. Es imposible que no le afecte que la hinchada que un día coreó su nombre en un estadio, ahora le dé la espalda y no lo quiera ver en la cancha. No creo que no le afecte ver sus “ampays” en programas de espectáculos, en lugar de ver sus goles los domingos por la noche, ni que su nombre aparezca más en la sección de chismes que en la de deportes. No creo que no le afecte verse involucrado en problemas nocturnos. No creo.
Mi opinión es la misma que la de muchos peruanos que vieron en ese “jotita” una posibilidad de soñar con el once ideal y, por fin, de ir al Mundial. Es imposible que a alguien que ama el fútbol no le dé pena que deportistas tan talentosos, acaben sus días en lo más oscuro del olvido, porque la profesión de futbolista te da la oportunidad de ser amado y aclamado por millones, pero también es cruel con quienes cometen errores, con quienes desperdician su talento y con quienes manchan el nombre de algún club con su mala conducta. Sería mentir decir que no me da pena saber que la historia de Manco es una de las muchas que vamos a conocer, mientras que las cosas en el fútbol peruano no cambien.