Repita conmigo para no olvidar. Alfredo González, Julio Pacheco, Humberto y Raúl Leguía. Ningún titular le hizo más daño que estos tres en 92 años de historia del club Universitario de Deportes. Así de duro, así de sencillo de nombrar. El ‘Gordo’ comenzó en los noventa la deuda con la construcción de un monumental estadio. Julito, que osó posar con una redecilla como la de Lolo Fernández, agigantó el déficit hasta cifras millonarias. Y desde febrero del 2015 los Leguía, Raúl y Humberto, metieron la cabeza, las manos y las patas a fondo en el club merengue.
No confundamos el recuento de los últimos 21 meses con un reporte policial.
Este resumen comienza en febrero del 2015 con un “No”. La Junta de acreedores encabezada por Gremco vetó a César Vento – a quien hoy quieren como gerente deportivo – y la plaza de administrador quedó en las manos de Raúl Leguía de la empresa Solución y Desarrollo Empresarial SAC. En sus primeros meses en el cargo tenían la obligación de presentar el Plan de Reestructuración del club, el cual no ha visto luces hasta la fecha en que dejaron el cargo (26 de octubre del 2016).
En cambio, tomaron decisiones deportivas poco acertadas. Le tuvieron poca paciencia a Óscar Ibáñez y contrataron como técnico al colombiano Luis Fernando Suárez con un currículo de lujo. Tampoco le fue bien al entrenador cafetero y el equipo deambuló en los últimos lugares de la tabla. Antes había llegado otro Leguía al club, Germán, ídolo de los hinchas mayores de 40 años y criticado por los veinteañeros. En el cargo de gerente deportivo, ‘Cocoliche’ tuvo mucha influencia en dos episodios que cambiaron la cara del equipo el 2015. Acercó lazos para la vuelta de Raúl Ruidíaz al equipo y postuló a Roberto Chale como el salvador de un cuadro en zona de descenso. Le dio al clavo, por así decirlo, aunque tuvo que mejorar las condiciones salariales presentadas a Chale y, luego, negociar la compra del pase del ‘Enano’ con Melgar con una cláusula polémica. El año se cerró con la clasificación a la Copa Sudamericana 2016, un acierto que tapó el ineficiente manejo de los Leguía.
En enero ficharon a Diego Guastavino, el único de los extranjeros que se salva de la aplastante crítica, y el uruguayo conformó con Ruidíaz, Flores y Polo un ataque demoledor que le permitió a la ‘U’ ganar el torneo Apertura. Fue, entonces, tiempo de contratos y renovaciones. Se alargó el vínculo con Ruidíaz, Flores, que pronto tuvieron ofertas del extranjero y migraron dejando poco y nada de ingresos al club estudiantil. La ‘Pulga’ apenas 4 mil euros, y ‘Orejas’ el 40% de un pase de 1,2 mlls. de dólares. En paralelo, se renegoció el préstamo de Andy Polo con el club Millonarios de Colombia. También, se contrató al defensor uruguayo Diego Rodríguez, se permitió la vuelta de Alexi Gómez al equipo, y se sacó de la congeladora a John Galliquio, un viejo referente que en sus dos primeros partidos no pudo impedir en defensa que la ‘U’ reciba ocho goles.
Párrafo aparte para la contratación de Juan Pablo Pino, un futbolista colombiano que no jugaba desde noviembre del 2014. En su debut tocó seis veces el balón contra Emelec, en la vergonzosa presentación crema en la Copa Sudamericana (6-1 en el global). Jugó el clásico y anotó un gol desatando la más cuestionada decisión en conjunto de la FPF y la ADFP. Pino jugó mal inscrito y este absurdo dirigencial le costó un punto y el liderato a la ‘U’, de paso le dio vida al Alianza Lima. El último viernes la desgracia vino en combo. Onagi no dio las garantías para el clásico de mañana y, por la noche, se conoció la decisión en el caso Pino. No es para esperar menos de una administración con poca inteligencia en sus acciones.
Clásico sí o sí
Desde ADFP presionan para que el clásico se juegue hoy a como dé lugar; sin embargo, la ‘U’ de los Leguía no es reconocida por Onagi y, por lo tanto, no hay garantías para jugar el partido en el Estadio Monumental. Alianza Lima, que ya ganó dos puntos en mesa, reclamará un triunfo por Walk Over. En tanto, la administración de Carlos Moreno Grández sigue esperando que le entreguen el cargo y las llaves del Monumental y Campo Mar. Más claro que nunca en el año, es hora de partir, señores Leguía. La ‘U’ no los necesita.
LEE TAMBIÉN
-