La selección peruana entrenó hoy en Sao Paulo y mañana viajará a Salvador de Bahía. (Foto: Daniel Apuy/Enviado especial).
La selección peruana entrenó hoy en Sao Paulo y mañana viajará a Salvador de Bahía. (Foto: Daniel Apuy/Enviado especial).
Pedro Canelo

Dos derrotas por goleada en menos de 15 días no crean una polémica, sino determinan una verdad. En la selección hay una columna vertebral que se ha descalcificado, la base formada en los últimos tres años luce débil y vulnerable a pesar de la clasificación a cuartos de la Copa América. Ricardo Gareca se preocupó por curar a la Blanquirroja de sus principales males, pero esa medicina táctica ha llegado a su fecha de vencimiento. Los síntomas puestos en evidencia ante Colombia y Brasil ya tienen un primer diagnóstico con receta incluida: para sanar hay que cambiar.

Más de la mitad del plantel en Brasil estuvo hace tres años en la Copa América Centenario. Después de haber tocado fondo en la fecha doble de Eliminatorias de marzo 2016, Gareca reinventó su universo de convocables y ensayó la renovación en las canchas de Estados Unidos. Fuimos quintos en la competencia y cada medida adoptada por el ‘Tigre’ en el cuadro nacional ganó legitimidad.

Poco se le podía discutir al comando técnico de Gareca si desde el 2016 solo acumulamos buenas noticias. Ese año se ganaron tres puntos en mesa del partido con Bolivia en el TAS, se goleó a Paraguay en Asunción y desde allí, salvo la caída 2-0 ante Brasil en Lima (noviembre 2016), Perú caminó invicto hasta la clasificación mundialista. No nos ganaba nadie y la selección se hizo invulnerable ante los rivales y la opinión pública. El equipo del ‘Flaco’ era indiscutible. Hoy no es así.

Nada es para siempre y mucho menos la base de un equipo de fútbol. Después de recibir 9 goles en los últimos cinco partidos y solo haber anotado 3, la sensación es que lo que antes era inamovible hoy exige evaluación para decidir modificaciones. No hay por qué sonrojarse por eso, ni anticipar cualquier sentimiento de fracaso. Hasta el campeón del mundo, Francia, tomó como medida de urgencia cambiar algunos nombres de su once tradicional después de caer 2-0 ante Turquía en las clasificatorias de la Eurocopa hace menos de un mes.

A diferencia de los clubes, son pocas las selecciones que pueden sostener un pico de rendimiento después de tocar su propio techo. Perú ha navegado en los últimos tres años entre los puestos seis y siete de Sudamérica, tropezó durísimo al querer saltar a la media tabla del continente. Tras el 5-0 con Brasil, en el Arena do Corinthians, ha regresado al punto de partida donde están los últimos y penúltimos.

La meta de esta selección es superarse a sí misma. Y para eso debe lavarse el rostro el sábado. Si queremos dejar atrás la amenaza de volver al eterno octavo lugar del continente, hay que volver a una semifinal continental y arrancar las próximas Eliminatorias con números en azul. Después de todo lo visto en esta Copa América, no bastará con lo mostrado para asomar al crecimiento.

Ricardo Gareca conversa con el coach de la selección peruana, Juan Cominges en Sao Paulo. (Foto: Daniel Apuy/Enviado especial).
Ricardo Gareca conversa con el coach de la selección peruana, Juan Cominges en Sao Paulo. (Foto: Daniel Apuy/Enviado especial).

Ojo, no es la intención jugar a ser técnico y decirle a Gareca qué es lo que debe hacer en los próximos días. Lo único que estamos proponiendo es que dejemos atrás el rótulo de indiscutibles a esos muchachos que nos regalaron uno de los días más felices de nuestras vidas con la clasificación a Rusia 2018. Que ese once de este sábado en Salvador de Bahía no sea el predecible cuadro que recitábamos de memoria y que ahora ya no despierta ese instinto de seguridad y de imbatibilidad. Quizá sea importante revisar un par de cambios en la defensa, en la zona de los laterales sobre todo, y replantear la propuesta en el ataque. Ese desfile de ideas es la consecuencia de un 5-0. Te obliga a cuestionarte todo.

El 5-0 frente al inspirado pentacampeón mundial no noseliminó de la Copa América, mucho menos de una Copa del Mundo. Solo ha sido una brutal radiografía que nos dice en qué momento futbolístico estamos. Habíamos avanzando bastante, pero cuesta sostener y no retroceder. Los mundialistas se quedarán en nuestra memoria a perpetuidad. Las gracias totales son eternas, aunque con ese grupo formado hace tres años ya no alcanza para mirar de tú a tú a potencias como Brasil. Once de los que estuvieron en la goleada del sábado en Sao Paulo viajaron a Rusia hace un año. Aparecer en el álbum de figuras del Mundial 2018 no es un sinónimo de membresía inmortal en la selección. Nos hemos estancando a mitad de camino. Si queremos conseguir algo extra, en esta segunda etapa del ‘Tigre’, es necesario renovar la máquina y seguir andando.

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