"Tantas veces, Cueva", por Ricardo Montoya

“Yo no conozco a ningún Cuevita. En mi plantel entrena Christian Cueva”. Premonitorio, Aníbal ‘El Maño’ Ruiz advertía a quien quisiera oírlo que si se seguía mimando al joven volante de la San Martín con la familiaridad con la que se trata a un ser querido, le sería muy difícil madurar su juego en el ámbito profesional.

Es en ese sentido justamente en el que, varios años más tarde, se han abierto algunos paraguas en Brasil. Conocido ya su traspaso al Santos, no se cuestiona en tierras del Rey Pelé su capacidad futbolística. Ya lo conocen y les ha demostrado, tanto en el Torneo Estatal como en el Brasileirao, sus bondades con la pelota.

Lo que la prensa paulista pone en tela de juicio son algunas facetas extradeportivas de la flamante adquisición del ‘Peixe’ que despiertan dudas. Por ejemplo, su nivel de compromiso: Cueva se ha despedido de forma poco prolija de los dos últimos equipos en los que estuvo jugando. También advierten, preocupados, esa volubilidad tan nacional de solo rendir a plenitud únicamente si se siente cobijado paternalmente por el entrenador.

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En Brasil, las dudas están fuera del campo. En el Perú, las interrogantes también asoman dentro de él. Los últimos días, cuando se hacía interminable su fichaje por Independiente, algunos hinchas locales, cerca de las redes, murmuraban que el jugador no valía tanto.
La memoria suele ser frágil y, como en este caso, injusta. Recordemos que Cueva fue el cerebro de la clasificación peruana al Mundial; colaboró con varios goles y su nivel inicial en Sao Paulo significó una ráfaga de aire fresco en un equipo sofocado por la mecanización y la falta de inventiva.

En el 2017, y parte del 2018, el ‘10’ de esa selección peruana que acumuló quince partidos invicta era Christian Cueva. El ignorar su contribución y su talento porque se equivocó dos veces en momentos claves tiene un ápice de rencor.

Estamos de acuerdo en que fuera de la cancha el trujillano ha sido ciclotímico, díscolo y volátil. Dentro de ella, en cambio, excepto en el Rayo Vallecano, lo suyo siempre ha sido positivo.

Christian Cueva acaba de cumplir 27 años y el fútbol le vuelve a brindar una oportunidad dorada. Ojalá su nuevo estatus económico no lo haga perder la perspectiva de las cosas. Uno espera que de la mano de Jorge Sampaoli, un obseso de la estrategia, Christian optimice su estado físico, mejore su trabajo táctico y supere la regularidad que supo tener en el pasado.

“Va a rendir, de eso no tengo ninguna duda”, manifestó el técnico de un equipo que ha sido tres veces el mejor de la Libertadores y dos veces, Pelé mediante, campeón del mundo.

En cuatro meses más vuelve a rodar el balón de la Copa América. Y todos esperan que Cristian Cueva vuelva a ser una buena noticia otra vez. Sus ganas de revancha con la selección lo obligan. Talento tiene. Está en sus manos y, ciertamente, en sus pies.