OPINIÓN: "Pizarro sigue derribando mitos", por Elkin Sotelo
OPINIÓN: "Pizarro sigue derribando mitos", por Elkin Sotelo
Elkin Sotelo

Un día de 1999 se filtró en la prensa deportiva la noticia de que se marchaba a Alemania. Desde entonces el jugador tomó una postura reservada ante los medios que a la larga tendría efectos positivos y negativos, pero que no afectó su ruta hacia el éxito profesional.

Este periodista se vio sorprendido cuando Claudio Pizarro, pocos días antes de marcharse, le confesó que se casaba. Extraña decisión en un muchacho de 20 años que tenía un mundo por delante y todas las condiciones para hacer fortuna. Nada lo cambió, tomó de la mano a Karla (su esposa) y se dirigió a lo desconocido siendo un joven cabeza de familia que estaba seguro de que la mejor manera de tener fortaleza para la vida europea era la estabilidad emocional.

Hoy tras 16 años de carrera fuera del Perú y siempre en la élite del fútbol, Claudio Pizarro sigue derribando mitos.

Porque en 1999 hubo un gran porcentaje de comentarios contrarios al delantero. No era el peruano regatero, quimboso e impredecible que podía hacer la diferencia en un medio marcado por la rigidez y el fútbol estructural. Pizarro, con sus matices, llegaba a competir de igual a igual en una época en la que el fútbol alemán no era capaz de contratar megaestrellas mundiales, pero seguía una disciplina. Entonces el peruano hizo sus primeros goles a los pocos días de pisar Bremen. "En esa época solo quería pensar en fútbol", recuerda ahora como fórmula sencilla de explicar, pero tan compleja de realizar.

Desde ahí no paró y todo es historia conocida.

Si hay algo característico en Claudio Pizarro es la determinación en su carrera. Superada la incredulidad inicial de alcanzar regularidad en Alemania, empezó la siguiente duda: ¿estaba para un equipo grande de la Bundesliga? Ahí nomás el Bayern Múnich se interesa por él y empieza a acumular títulos en un club que estaba en la línea de llegar a la cima del mundo como organización.

Sin embargo el escepticismo no terminaba desde el Perú: ¿Llegará ahora a una liga de más estelaridad? Ocurrió que el propio Jose Mourinho lo llamó por teléfono para llevarlo al Chelsea de Inglaterra, aunque la relación no alcanzó el tiempo necesario para madurar por la partida del portugués. Volvió a Bremen a un periodo de reactivación con la obstinación de seguir siendo atractivo para la élite. Así volvió al Bayern con toda justicia.

Y cuando los escépticos tiraban contra ante la llegada del excelentísimo Pep Guardiola a Múnich, el español recomendó su permanencia y un año después -entre tantos títulos- pidió la renovación de su contrato por segunda vez a los 35 años, dejando constancia de su valor en el mejor equipo del mundo.

Por si fuera poco, la determinación a Claudio no se le terminó a los 36. No consideró ni Qatar ni Brasil ni ninguna liga de menor orden para la etapa final de su historia como futbolista. Quiere seguir emparentado con la competitividad en una liga que hoy sí es top en prestigio, economía y atractivo. Está a semanas de cumplir 37, pero tiene el foco puesto en perpetuarse en la historia germana al ingresar al top 5 de los goleadores de la Bundesliga de todos los tiempos.

Desde luego, tamaña vida genera celos y envidias en el Perú. En un país con tanta desigualdad y carencias, comprender el éxito ajeno toma más tiempo que en culturas bien desarrolladas. Hasta humana es la intolerancia. Pizarro deja un ejemplo: ha venido, viene y seguirá viniendo a la selección peruana a ser el pararrayos en el que se centraliza el insulto hepático y virulento cuando los resultados colectivos no se dan.

Nunca hubo una quimioterapia efectiva para sanar el chauvinismo que sufría Pizarro por parte de algunos de sus compatriotas. Pero tampoco ha sido una víctima: con la bicolor ha sido un futbolista de renombre cuyo aporte no alcanzó para cambiarle la cara a un producto defectuoso desde sus bases. Y mereció una crítica más justa. No pudo, falló y no supo ir a un mundial, pero mucho menos merece la hoguera si no ha dejado de ser un modelo a imitar.       

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