Paolo Guerrero suma cuatro goles en cuatro partidos disputados en la presente edición de la Copa Libertadores. (Foto: Reuters)
Paolo Guerrero suma cuatro goles en cuatro partidos disputados en la presente edición de la Copa Libertadores. (Foto: Reuters)
Ricardo Montoya

‘Luciernar’ es un verbo que no existe. Debería. En las oscuras noches del pueblo gaúcho, el ‘9’ del Inter demanda, en cada jugada, la pertinencia de su inclusión en el diccionario. Paolo es luz en Porto Alegre. Cada vez más, , ese extraño domesticador de almanaques, juega mejor y enciende como una luciérnaga en la penumbra la esperanza de la ‘torcida’ colorada. La Copa de Brasil, la Libertadores y el, hasta por ahora lejano, Brasileirao con él pueden tornarse en certezas.

El último miércoles, en Belo Horizonte un precioso tiro libre suyo hizo añicos el cielo del Cruzeiro que confiaba encaminar la serie contra el Inter de local. Edenilson completó la obra maestra tras recoger el rebote. “Guerrero es muy superior a Gabigol”, afirman los periodistas de O Globo criticando implícitamente al Flamengo por haberlo reemplazado por Gabriel Barbosa. Y no es que el paulista no anote seguido con el Rubronegro, ya que lleva 22 goles en 33 partidos. Pero lo de Paolo suele ser decisivo con su equipo, en el que ha celebrado 11 veces en 16 encuentros, al punto de haber condenado a la banca a un histórico como Rafael Sobis. Es tan clave en la “aplanadora gaúcha” la presencia goleadora de Guerrero que pedirán a la Federación Peruana que no lo consideren en la convocatoria para los amistosos contra Brasil y Uruguay.

Explicar por qué Guerrero ha explotado ya mayor es una tarea compleja. No es que antes de ir al fútbol brasileño, con 29 años, no haya sido un futbolista exitoso, pero su verdadero despegue empieza con el Corinthians.

En el Bayern su irrupción en Primera fue fantástica, lo consideraban “el Super Sub”. Es decir, el sustituto de lujo que les resolvía partidos cada vez que se complicaban. En dos temporadas en la Bundelisga, ingresando unos minutos en cada juego, el volcánico goleador peruano de 20 años convirtió 13 goles. De todas formas, buscando la ansiada titularidad (en Múnich Makaay y Pizarro eran los delanteros habituales), Paolo se marchó al Hamburgo. Con los ‘dinosaurios’, pese a que convirtió 51 tantos en seis temporadas, fue reubicado en una posición más retrasada para que Ivica Olic fuese el único atacante en punta del equipo. Ese nuevo lugar en el campo perjudicó su romance con el gol.

Ya de regreso en Sudamérica, más maduro y adquirido como jugador estrella del Timao, Guerrero pudo, al fin, honrar la ferretería de talentos que siempre lo acompañaron. Fue ubicado de ‘9’ y le otorgaron la responsabilidad de ser el líder de su escuadra. Algo similar ocurrió luego en el Flamengo y también en el Inter. Guerrero ama ser el referente de los grupos a los que pertenece. Algo similar sucede con la selección, donde el mejor Paolo ha sido el que juega solo en punta y sin sombras a su alrededor. En ese rol siente que vuela como en una alfombra persa.

Él, es parte de su personalidad, tiene que ser el sol de su equipo.

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