Ya ha pasado más de un año desde la pesadilla que le tocó vivir a la mejor maratonista peruana, Gladys Tejeda, en los Juegos Panamericanos Toronto 2015. Aquella vez, perdió la presea dorada por dopaje.
El tema era el siguiente: Tejeda tenía un presunto problema en el sistema renal que la afectaba desde octubre de 2014 y por eso tomaba diuréticos (sustancia prohibida por el Código Mundial Antidopaje). Un día antes de la competencia en Toronto (18 de julio de 2015), la atleta nacional se sometió a una prueba antidopaje que arrojó positivo en dicho componente, aunque se supo después del certamen. La fondista compitió y logró un nuevo récord panamericano registrando un tiempo de 2h:33m:03s. Esa alegría no le duró mucho tiempo.
En setiembre del mismo año, la Organización Deportiva Panamericana (ODEPA) oficializó el retiro de la medalla y la suspensión de 6 meses de la atleta. Fueron meses duros para ella que parecían eternos. Su participación en los Juegos Olímpicos peligraba. Sin embargo, en febrero de este año, se ratificó la sanción, lo que le permitió estar presente en Río 2016.
Pero había un detalle: las molestias que sufría por el supuesto mal renal le seguían afectando. Muchas veces se vio obligada a dejar de lado campeonatos nacionales e internacionales. Terminaba hinchada de la cara a los pies porque retenía líquidos.
Tras 3 meses de la realización de los Juegos Olímpicos, el domingo pasado, Tejeda reapareció en la maratón de Valencia y completó su tercera competencia de 2016. Obtuvo el sexto lugar de la categoría Senior Femenino con un crono de 2h:34m:56s, resultado que la dejó poco satisfecha ya que su malestar físico sigue latente.
“Esta vez me sentí muy mal a la llegada a Valencia, tenía el estómago muy inflamado e hice todo lo posible por ubicarme en los 10 primeros (puestos). No podía tomar medicamentos”, dijo afligida en comunicación con El Comercio luego de la carrera. Una competencia más en la que la retención de líquidos afecta su rendimiento. Lo más curioso es que este problema fue el mismo que la sentenció en Toronto 2015 y al que aún no encuentra solución.
“No sé, exactamente, por qué son generadas, por eso voy a tomar un tiempo y ver cómo puedo solucionarlo con los médicos. Aunque yo no tengo un médico de cabecera que pueda ver esta situación en Huancayo. Tengo que estar en Lima y es por eso que también dejo pasar esta situación. Por los entrenamientos diarios a veces es complicado”, agregó.
Ante estas declaraciones, conversamos con el Dr. Víctor Carpio del Comité Olímpico Peruano (COP) para conocer el diagnóstico que tuvo Gladys, el cual conoció en el chequeo médico antes de partir a la cita olímpica de Brasil. Una hipertensión pulmonar sería la causante de las continuas molestias en la atleta, mas no un tema renal como todos suponían.
¿Cuál es la solución? Existen dos vías. La primera es que cambie de lugar de entrenamiento y deje los casi 4 mil metros de altura para hacerlo a un promedio de 2.500 sacrificando un estilo de vida, rendimiento y, por ende, mejores resultados. La segunda, permanecer en Huancayo viajando a Lima cada cierto tiempo para acudir al médico y seguir al pie de la letra los chequeos y cuidados correspondientes.
Es decir, la atleta de Junín podría competir sin problemas y sin ninguna valla que la detenga para seguir consiguiendo medallas para el Perú. Lamentablemente, en Huancayo, no cuenta con un especialista neumólogo que la atienda. Entonces, ¿Irresponsabilidad o falta de apoyo?
Por el momento, regresará a la ciudad del altiplano para continuar con sus entrenamientos.
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