Max Verstappen ganó la pole position, mientras que Fernando Alonso culminó segundo. (Foto: Fórmula 1)
Max Verstappen ganó la pole position, mientras que Fernando Alonso culminó segundo. (Foto: Fórmula 1)
Daniel San Román

Hoy se disputa una de las fechas más tradicionales del calendario de la : la mítica carrera de Montecarlo. No hay piloto que no haya soñado con el baño de champagne consagratorio en el principado, ni aficionado que no se ha imaginado viendo la carrera desde un yate aledaño. En una categoría donde el glamour y la adrenalina se cotizan en alza, la prueba de Mónaco es una de las joyas más deseadas. Pero, ¿qué hace a esta carrera tan especial? Aquí cinco motivos.

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1. Tradición. Disputada por primera vez en 1929, con la victoria de William Grover-Williams sobre un Bugatti, Montecarlo es una de las carreras más antiguas de la categoría. Es la segunda jornada más programada en la historia de la división (67) y el callejero más disputado. La prueba es tan especial para la F1 que es la única prueba del calendario que no supera los 305 km de recorrido total (producto de una cláusula exclusiva de la FIA) contentándose con un total escaso de 260 km.

2. Desafiante. Es uno de los circuitos más desafiantes, exigentes y técnicos de la programación. Desarrollado entre calles estrechas y con un desarrollo entre curvas cerradas y sinuosas, el trazado no posee muchos espacios para los adelantamientos. Es por este motivo que la jornada de clasificación es vital con miras a la victoria. Solamente 6 pilotos, en la historia de la carrera, han logrado ganar la cita partiendo detrás de la primera línea: Panis (1996), Fisichella (2005), Hamilton (2008), Webber (2010), Verstappen (2021) y Pérez (2022).

El podio de la pole del GP de Mónaco: Verstappen (1°), Alonso (2°) y Lecrerc (3°). (Foto: Fórmula 1)
El podio de la pole del GP de Mónaco: Verstappen (1°), Alonso (2°) y Lecrerc (3°). (Foto: Fórmula 1)

3. Glamour. La carrera se disputa en un principado, la copa es entregada por el propio Príncipe Alberto y el trofeo viene en un estuche Louis Vuitton. ¡Qué más lujo! La competencia se disputa a metros del Mar Mediterráneo, entre yates de lujo, y con los hoteles de cinco estrellas como tribunas vips privilegiadas. Además, asisten celebridades y personalidades mundiales que le brindan al paddock un ambiente único de alfombra roja.

4. Organización. Las calles de Montecarlo se adecuan una vez al año para ser un circuito callejero. Vías angostas, trabadas y que obligan a los organizadores a montar una carrera, en poquísimos días, en un espacio sumamente reducido. Tan impresionante como el entorno es el trabajo casi de filigrana que hace la organización para convertir una ciudad de lujo en un perímetro de competencia. Una ciudad que tiene una población 3.034 habitantes pero que durante la carrera puede acoger hasta a 40 mil espectadores.

5. Emoción. Al ser una carrera técnica, cerrada, angosta y con alta deseabilidad (“ganar Montecarlo te cambia la vida”, dijo en su momento el multicampeón Michael Schumacher), posee episodios arrítmicos. Atención a la curva Rascasse, con un ángulo de 135°, y la mítica horquilla de Loews (por el hotel que la acogió durante tanto tiempo) donde los pilotos tienen que cruzar los brazos para girar el volante lo máximo posible y trazar la curva quirúrgicamente.


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