La inauguración de Sochi 2014 fue lo que se esperaba: un viaje en el tiempo por todos los momentos gloriosos de la historia de Rusia, pero ello no impidió que los fuegos artificiales y la nieve dentro del prominente estadio Fisht, así como las originales coreografías y puestas en escena dejaran indiferentes a los casi 40.000 espectadores que asistieron al escenario a orillas del Mar Negro.
"Declaro inaugurados los XXII Juegos Olímpicos de Invierno", señaló enfundado en un traje típico soviético el presidente de Rusia, Vladimir Putin, la personificación de los Juegos, escoltado en el palco por los numerosos líderes mundiales que al contrario que los dirigentes de Estados Unidos, Francia o Alemania sí aceptaron la invitación.
El relevo de la antorcha llegó a su fin después de 65.000 kilómetros de viaje. El fuego fue pasando por las manos de varias leyendas rusas del deporte: la tenista rusa Maria Sharapova se lo cedió a la atleta Yelena Isinbayeva, ésta al ex luchador Alexander Karelin y el gigantón lo dejó en manos de la ex gimnasta Alina Kabaeva.
La llama encendió el pebetero finalmente con la ayuda de la ex patinadora artística Irina Rodnina y del ex jugador de hockey sobre hielo Vladislav Tretiak, ambos tres veces campeones olímpicos por la extinta Unión Soviética.