A pesar del talento de los integrantes de The Radicalz, el grupo no duró mucho en la compañía. (Foto: WWE)
A pesar del talento de los integrantes de The Radicalz, el grupo no duró mucho en la compañía. (Foto: WWE)
Redacción DT

Por Carlos Marroquín

Esta semana me puse nostálgico y recordé a la que, en mi opinión, fue la mejor etapa que tuvo la WWE: la entrañable Era Attitude. Construyó historias muy interesantes, sobre todo creíbles, como la invasión de los DX a la WCW o el predominio punzante del Ministerio de la Oscuridad a manos del Undertaker. Personajes que hasta el día de hoy son referentes para cualquiera: Stone Cold o The Rock. También tuvo uno que otro desliz, porque todo no puede ser perfecto, como la caída mortal que sufrió Owen Hart. Al margen de todo, terminó por redondear los ingredientes necesarios para ser una temporada de lujo. Y dentro de los mejores stables (grupos) que hubo, pero que terminó por pasar soslayadamente, fue The Radicalz, el cual estaba integrado por los inmensos Eddie Guerrero, Chris Benoit, Perry Saturn y Dean Malenko. Es increíble pensar que tanto talento junto no pudo aguantar más de un año, pero… ¿por qué se disolvieron?

Primero vamos a los antecedentes. A finales del año 1999, la WCW tuvo muchos problemas a nivel de logística y sus estrellas se estaban divorciando de la marca. Otros, pedían oportunidades, pero ante la negativa de los directivos, daban un paso al costado. Justamente, Guerrero, Benoit, Saturn y Malenko estaban cansados de estas determinaciones y decidieron irse.

En vista que los cuatro eran muy buenos y, sobre todo, jóvenes, la WWE no dudó en sumarlos. Sin embargo, como llegaron en paquete no quisieron soltaron uno por uno porque querían que se consoliden como el equipo que habían sido alguna vez en la competencia, The Revolution. Y así fue, por poco tiempo.

Debutaron el 1 de febrero del año 2000, como público e invitados especiales de Mick Foley. Mientras observaban un combate de parejas entre The New Age Outlaws vs. Steve Blackman & Al Snow, el Road Dogg le conectó un golpe a Benoit y ahí se armó la grande. Se subieron al ring, rompieron las reglas y dentro de la historia recibieron una oportunidad para firmar un contrato como stable. Ganaron esa chance y se insertaron dentro de la empresa como un grupo sumamente rudo, dispuesto a llevar el caos y hacer todo lo que les venga en gana.

Conectaron muy rápido. La WWE los colocó en interesantes feudos, como acompañar a DX frente a The Rock, Cactus Jack y Too Cool. Se enfrentaron a parejas top como los Hardy Boyz, Edge y Christian, los Dudley Boyz o los Acolytes. También iban cosechando logros de manera independiente, pero siempre respetando la unión. Finalmente, terminaron su amistad en agosto del 2001.

Con seguridad puedo decir que la razón por la que este conjunto se separó tan rápido como llegó es sencilla de explicar: sus integrantes eran tan buenos que no podían convivir tanto tiempo juntos. Era evidente que por separado cada uno podía hacerlo y así fue como sucedió. Todos cosecharon logros importantes y eso era gracias al talento que tenían. Me hizo recordar mucho a lo que sucedió con la banda Cream, en donde Ginger Baker, Jack Bruce y Eric Clapton terminaron por disolverse en solo 3 años por problemas y, básicamente, porque cada uno tenía su destino marcado de manera independiente. Así fue. Incluso, le pasó a los mismos Beatles.

Pienso que al que mejor le fue de los cuatro fue a Eddie Guerrero. El ‘Latino Heat’ desarrolló una carrera muy limpia, se ganó el cariño de la gente a base de sacrificio y a un inmenso carisma. Tenía un estilo muy sólido, en donde supo mezclar movidas aéreas con rudeza y un sentido de pertenencia para dominar la escena a su gusto. Fue campeón Intercontinental y Europeo 2 veces, una como monarca de los Estados Unidos, 4 veces campeón en pareja y fue campeón de la WWE por 133 días, incluida una defensa en WrestleMania XX frente a Kurt Angle. Además, en el año 2004 la revista Pro Wrestling Illustrated lo consideró como el segundo mejor luchador del mundo, solo por debajo de su ex compañero Benoit. Lamentablemente, falleció el 13 de noviembre de 2005, a causa de un infarto al corazón. Hasta el día de hoy es recordado como un ícono dentro de este deporte, un ejemplo a seguir, gran amigo, padre de familia, entre varios etcéteras.

(Foto: WWE)
(Foto: WWE)

El caso de Dean Malenko fue mucho más fugaz. Para mí, es uno de los luchadores más técnicos de toda la historia. Maestro de la lucha de piso, del llaveo constante. Innovador en todo sentido. Hizo famosa al Texas Cloverleaf, quizás una de las llaves más complejas que se ha visto en este deporte. Fue campeón crucero en dos oportunidades y en 2001 decidió colgar los botines. Después, tuvo algunas apariciones y se dedicó a entrenar a otras estrellas como Brock Lesnar, Marc Mero, Shelton Benjamin, entre otros.

Perry Saturn prometía un futuro exitoso, pero su conducta lo condenó. Por poner un ejemplo, tuvo una pelea con el debutante Mike Bell y terminó por salirse del guión, al punto de asumir personalmente la pelea. Tuvo un romance con la diablita Terri y en 2002 lo despidieron. Estuvo dentro del mundo independiente hasta el 2004 y luego se mantuvo en el anonimato. Incluso, se pensó que había muerto en el olvido. Hace unos meses, su esposa solicitó ayuda económica para salvarle la vida, ya que sufría severos daños cerebrales a causa de tantos golpes y al consumo desmesurado de drogas. En otras palabras, un desastre.

Y bueno, todos sabemos cómo fue la historia de Chris Benoit. Se volvió una de las estrellas más importantes de la lucha libre. Se consolidó al punto de entregarle todo su profesionalismo a este deporte. Ganó un sinnúmero de títulos, pero tuvo trágico desenlace del cual ya hemos hablado en otra columna y que no es necesario volver a citar.

Lo más seguro es que The Radicalz nunca tenga el reconocimiento que merece, ni mucho menos ingrese al Hall of Fame. Es un hecho. Pero, lo que podemos resaltar es que su aparición sirvió para demostrar dos cosas fundamentales: que la WCW no supo cuidar a su gente, al punto de dejarlos sin el oxígeno necesario para reinventarse. Y la otra es que los moldes se pueden romper si la habilidad del profesional está por encima de cualquier cosa. Se vendieron como un esquema rudo, pero todos eran sumamente técnicos. La historia se encargó de demostrarlo.

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