Ricardo Gareca. (EFE)
Ricardo Gareca. (EFE)
Mario Fernández

1. Porque cree en el grupo. siempre ha sido un enamorado del fútbol peruano, del jugador local. Si en 2015 prefirió Perú a Costa Rica (porque tenía mejor material), imagínese ahora, luego de años de trabajo y una clasificación mundialista.

2. Porque ninguna oferta lo mató. Pese a que su club de fans creía que Argentina le ofrecería el cargo y que de Europa lo pedía un grande, Gareca no ha tenido ningún superpedido. Lo de Colombia nunca se concretó y solo Honduras asoma.

3. Porque le ofrecen mejoras. No pasa por la plata únicamente, sino por el trato y las condiciones para trabajar. La figura de García Pye y la presencia de Oblitas le generan credibilidad, casi la que tenía en Velez cuando su manager era Christian Bassedas.

4. Porque suma prestigio. La idea de hacer con Perú un ciclo parecido al de Pekerman con Colombia (casi 8 años) es tentadora. Sabe que estando aquí no resta galones a los ya conseguidos, al contrario. En ese sentido, la Copa América 2019 exprimiendo al quizá último gran Paolo asoma como una meta.

5. Porque el feeling existe. No es mentir decir que tanto él como su familia se han sentido muy a gusto. Obvio que Perú no es Argentina ni Lima es Buenos Aires, pero ante la imposibilidad de volver (Boca, River también están ocupados), la casa postiza que le ofrece la FPF se hace irresistible.

El caso Oviedo, de hecho, le preocupa, pero quiere ver si realmente tendrá implicancias en su trabajo. El impacto principal se da por la cierta distancia que tras el caso Oviedo se ha producido entre algunos dirigentes oficialistas y algunos gerentes cercanos a Ricardo. Quiere que eso se pula, sobre todo. Es uno de los puntos clave.

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