Paolo Guerrero visualizando el cielo, a pocos minutos de la conclusión de la final de la Copa América. (Foto: AFP)
Paolo Guerrero visualizando el cielo, a pocos minutos de la conclusión de la final de la Copa América. (Foto: AFP)
Jerónimo Pimentel

Luego de 14 rounds ante Alí, tanto él como Frazier estaban molidos. El último asalto había sido brutal y Eddie Futch, quien había visto morir a varios hombres en el cuadrilátero, decidió que la pelea no iba más a pesar de la oposición del púgil. Antes de arrojar la toalla, el mítico entrenador le dijo a Frazier: “Esto ha terminado. Nadie olvidará lo que hiciste hoy”.

Aunque la analogía no es perfecta, cuesta encontrar mejores palabras para consolar al seleccionado peruano que cayó ayer ante Brasil. Ante un rival mayor, de visita, contra todos los pronósticos, se cumplió la lógica, pero en un contexto durísimo. Los locales acabaron con 10 y si es que no hubieran sido beneficiados por un penal dudoso, probablemente habrían sufrido más de la cuenta en los últimos 20 minutos. No es este un consuelo. Cuando se pierde en buena ley no hay necesidad de poner excusas.

Christian Cueva se motivó con mensaje previo a la final de la Copa América. (Foto: AFP)
Christian Cueva se motivó con mensaje previo a la final de la Copa América. (Foto: AFP)

Al grupo le costará entender la importancia de este subcampeonato, pero el ejercicio mental debe ser el contrario: convertir esta experiencia en conocimiento. Hay mucho margen de mejora en términos deportivos, como aprender a aprovechar las oportunidades que se presentan en la adversidad.

La eficacia es clave cuando se cuentan con pocas ocasiones, como ante Dinamarca, Francia y Brasil. Contra los anfitriones, si Perú hubiera podido mantener el empate hasta el entretiempo quizás estaríamos hablando de otro resultado. La crítica puede ser más puntual: hay mucho trabajo táctico defensivo pendiente con los laterales y volantes, pues cuando Brasil quiso pudo recargar el juego tanto en Advíncula como en Trauco; en estos casos lograban ventaja numérica por el escaso apoyo de los mediocampistas o, en el 1 a 1, se imponía la superioridad técnica de los extremos rivales. Finalmente, los errores en salida han sido varios y muchos de ellos se pagaron con goles. En estos detalles reside la diferencia entre la plata y el oro.

En el plano positivo, sin embargo, hay mucho por destacar. Gallese ha ratificado su jerarquía y ojalá pueda encontrar un club en el extranjero que apueste por él. Tapia y Yotún están consolidados como la dupla dueña del mediocampo, aunque sería bueno ver más cómo se integran Santamaría y Gonzales en el medio. Flores ratificó su versatilidad y olfato goleador (tiene más anotaciones que Oblitas con la blanquirroja, algo que de seguro alegra a Juan Carlos). Gareca ha encontrado en Zambrano y Abram una dupla de centrales que puede reemplazar sin problemas a la de Rodríguez y Ramos. Las dudas, luego, serán otras: ¿cuántos partidos les quedan a Jefferson y a Paolo en la selección y quiénes serán sus reemplazantes? ¿Carrillo logrará tener el protagonismo que su talento promete? ¿Es Cueva un indiscutido a pesar de su bajo rendimiento creativo?

El desempeño de Perú en esta Copa América permite pensar con optimismo en el once que iniciará las Eliminatorias a Qatar. También es un síntoma de que el bajón posmundialista ha terminado y es probable que reconfigure los objetivos del cuerpo técnico respecto a cuán lejos puede llegar este equipo con la dirección correcta. Se ha perdido una copa, pero se ha ganado un equipo. No hay nada que reprochar.

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