"Perú llega a la cita con la máxima ilusión posible. Y está justificado por su juego: viene de tres victorias consecutivas desplegando un fútbol armónico, vistoso y eficiente, de pelota al pie". (Foto: AFP)
"Perú llega a la cita con la máxima ilusión posible. Y está justificado por su juego: viene de tres victorias consecutivas desplegando un fútbol armónico, vistoso y eficiente, de pelota al pie". (Foto: AFP)
Jorge Barraza

Como en 1969, Argentina y Perú vuelven a jugar un partido límite. Y como hace 48 años, Argentina necesita la victoria. En aquel entonces era condición obligatoria o quedaba eliminada (quedó). Ahora su situación es casi igual de perentoria, apenas unas gotas menos tajante: aunque pierda le quedaría una vida más, pero ya con respirador artificial y el párroco junto al lecho. Perú tiene los mismos puntos e idéntica diferencia de gol, aunque más goles marcados, lo que parece darle más oxígeno. No obstante, si Argentina despierta al fin y gana por más de un tanto, estará casi con un pie en Rusia, desdramatizará su visita a Quito para medir a Ecuador.


Pero aún cuando ocupe el quinto puesto, para la Albiceleste la tabla es menos preocupante que el juego: ha sido sin duda la peor selección de la competencia; no jugó cinco minutos bien. De no ser por Messi, podría estar octava o novena. Y sin Leo es definitivamente una selección vulgar, lo cual quedó demostrado en los ocho partidos a los que faltó: siete por lesión, uno por suspensión. Es un equipo abúlico, sin ideas, sin alma, sin inteligencia, sin un solo jugador que se atreva a encarar y romper líneas. Pero, sobre todo, sin nadie que comprenda que cada partido de la selección reclama de una entrega especial. Por eso se comió dos entrenadores y tiene a Sampaoli en remojo. Ahora se advierte mejor el mérito excepcional de Messi de llevar a este insípido grupo a tres finales, dos de Copa América y una del mundo. La gente le exigía a Messi que además las ganara, pero eso ya es más complicado: no debe olvidarse de que, después de todo, este es un juego de once, no de uno. Pelé ganó tres mundiales, pero al lado tenía a Garrincha, Didí, Vavá, Nilton Santos, Gerson, Jairzinho, Tostao, Rivelino, Clodoaldo, Carlos Alberto…

Perú llega a la cita con la máxima ilusión posible. Y está justificado por su juego: viene de tres victorias consecutivas desplegando un fútbol armónico, vistoso y eficiente, de pelota al pie. Una idea que está por encima de los nombres, porque en todas las fechas se le han caído efectivos, en algunos casos, varios; sin embargo, la consigna prevaleció igual. Significa que la prédica del técnico fue captada. La mala de Perú es que sufre mal de ausencias: Ramos, Cueva, Carrillo y Hurtado están suspendidos; el arquero Gallese, lesionado. Y a último momento se sabrá si puede actuar Farfán, también tocado. Una gran ventaja de un equipo al que no le sobran alternativas. Pero Venezuela también visitó a Argentina con muchos jóvenes nuevos y lo complicó más de lo imaginable.


El escenario será el mismo que en 1969 vio con estupor la hazaña peruana de lograr el pase al Mundial de México: la Bombonera. Que no es mítico ni mucho menos (Boca ha perdido decenas de veces allí, y muchas por goleadas vergonzantes), pero el público está muy próximo al campo y el aliento redobla; el visitante lo siente. El nuevo presidente de la AFA, Claudio Tapia, en pocos meses ha hecho todo lo posible para que Argentina clasifique, desde contratar a Sampaoli hasta cambiar de estadio y serenar las aguas para fortalecer las posibilidades de su selección. Como debe ser.


Por tratarse del cierre de la Eliminatoria, salvo Bolivia-Brasil, donde no se juega nada, los otros tres compromisos tienen una similitud: el partido del jueves condiciona el del martes siguiente. Incluso el cotejo de La Paz tiene su grado de importancia, aunque Bolivia ya esté eliminado y Brasil clasificado. Ocurre que Tite designó un plantel largo; si presenta un once para la altura y otro para el llano, es posible que guarde lo mejor (Neymar, Coutinho, Paulinho, Dani Alves, Gabriel Jesús) para la despedida en Sao Paulo. Si así fuera, sobre todo si no logran un buen resultado en Bolivia, querrá bajar el telón con una victoria en casa. Lo cual no sería una buena noticia para Chile.


Chile medirá al novel equipo ecuatoriano, pero tampoco tiene todas consigo. Aún ganando podría quedar sexto si pierde en la última jornada en Brasil. Uruguay está comodísimo, precisa tan solo dos empates ante Venezuela y Bolivia para garantizar su decimotercer Mundial. Pero aún si cayera, frente a ambos tiene buenas chances de llegar igual al objetivo. Sus 27 puntos y +10 de diferencia de gol lo sitúan casi en Rusia. Otro que está bien es Colombia (26 y +3). Lo único que no puede hacer la escudería Pekerman es perder ante Paraguay en Barranquilla; en ese caso debería jugarse la vida el martes 10 ante Perú en Lima. Y ese es un choque de alto riesgo deportivo. Perú se juega volver a un Mundial después de 36 años.


Como siempre sostenemos, estas son todas especulaciones que pueden terminar en el canasto cuando ruede la pelota. La verdad está en el verde césped.

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