Jefferson Farfán marcó el tercer gol para la Bicolor y redondeó una gran actuación en el estadio Centenario. (Foto: AP)
Jefferson Farfán marcó el tercer gol para la Bicolor y redondeó una gran actuación en el estadio Centenario. (Foto: AP)
/ MATILDE CAMPODONICO
Eduardo Combe

Muy pocos quizá lo saben, pero la selección peruana inauguró el mítico Estadio Centenario de Montevideo. Lo hizo enfrentando al conjunto local, Uruguay, por la Copa del Mundo de 1930. La bicolor, que en esa época jugaba de blanco con detalles rojos en el cuello y mangas, casi da una de las primeras sorpresas en la historia de los Mundiales, hasta que el ‘Manco’ Héctor Castro lo arruinó con su agónico gol. Luego, solo celebramos tres triunfos allí, el último el 1 de junio de 2004.

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Es justo en junio la época del año en la que el frío es terrible en el Río de la Plata. Empero, 30 mil hinchas uruguayos asistieron a ese estadio con sed de revancha. Unos meses antes, Venezuela había goleado a la ‘celeste’ por 3-0, en el histórico ‘Centenariazo’. Perú, una selección que ya iba perdiendo el respeto por los rivales con el paso de los años (y malos resultados), era el llamado a pagar los platos rotos. El triunfo local era seguro, total, uno no tropieza con la misma piedra dos veces. Aunque también existe la excepción a la regla.

Así como lo hicieron Alejandro Villanueva, Jorge Pardón, Antonio Maquilón y otros cracks de la bicolor siete décadas antes, Óscar Ibáñez; John Galliquio, Miguel Rebosio, Santiago Acasiete, Walter Vílchez; Juan Jayo, Carlos Zegarra, Nolberto Solano, Roberto Palacios, Jefferson Farfán (aún futbolista de Alianza Lima) y Claudio Pizarro salían a la cancha del Centenario por una sorpresa. El brasileño Paulo Autuori dirigía a los nuestros.

Este fue el once que Paulo Autuori envió al campo de juego del mítico Centenario. (Foto: Rolly Reyna / Archivo El Comercio)
Este fue el once que Paulo Autuori envió al campo de juego del mítico Centenario. (Foto: Rolly Reyna / Archivo El Comercio)

No olvidemos al fiel y sufrido hincha peruano, algunos afortunados en Montevideo, otros al frente de su televisor. En seis partidos de la Eliminatoria hacia Alemania 2006 (la última participación de Perú en un Mundial había sido en España 1982, que ya se empezaba a ver lejos), solo habíamos ganado uno. Con cinco puntos, la bicolor estaba a cuatro de la clasificación directa y ya las cosas se empezaban a complicar. ¿Por qué esa noche debía ser perfecta para ellos? Pero, ¿por qué no?

El público peruano siempre presente en cualquier cancha. (Foto: Rolly Reyna /Archivo El Comercio)
El público peruano siempre presente en cualquier cancha. (Foto: Rolly Reyna /Archivo El Comercio)
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EL GOLAZO

El chileno Rubén Selman dio el pitazo inicial y la delantera de Uruguay daba inicio al partido. En el conjunto local, Joge Fosatti hacía su estreno como entrenador.Perú jugaba con la clásica camiseta blanquirroja, con una mangas largas exageradamente gruesas –cosas de la época- por el incontrolable frío. Algunos de nuestros futbolistas parecían tener alas, además por cómo corrieron los 90 minutos.

A los 10 minutos, Claudio Pizarro le da un soberbio que sorprendió a tres uruguayos. Nolberto Solano recibió el balón y, cuando estaba por entrar al área, Gonzalo Sorondo le hace una falta por atrás. ‘Ñol’, en la viveza de su experiencia, salta hasta el área y pide penal. El clima era tan bajo que salía vapor de su boca al reclamar el disparo desde los doce pasos.

Felizmente, Selman no se dejó engañar por Solano, pues cobró un tiro libre que acabaría en uno de los mejores goles de la selección peruana que hemos visto. Desde la derecha, el volante del Aston Villa inglés cruzó el balón hacia la esquina del otro lado del arco. Inatajable para Munúa. Un tanto que no nos cansamos de repetirlo en YouTube (que en aquel entonces ni existía) por su perfección.

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La estirada del arquero no fue suficiente para evitar el golazo de Solano. (Foto: El País de Uruguay / GDA)
La estirada del arquero no fue suficiente para evitar el golazo de Solano. (Foto: El País de Uruguay / GDA)
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La alegría peruana tras el primer gol. (Foto: El País de Uruguay / GDA)
La alegría peruana tras el primer gol. (Foto: El País de Uruguay / GDA)
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Solano corrió hacia la banca y un misterioso personaje vistiendo indumentaria de la selección saltó a la cancha para ‘lustrale’ el chimpún derecho. La celebración fue imitada por varios peruanos en las ‘pichanguitas’, por más que muchos no estaban enterados de que se trataba de Sabino Roca Polar, o simplemente ‘Calidoso’, amigo de ‘Nobby’ desde 1994.

(Foto: Rolly Reyna / Archivo El Comercio)
(Foto: Rolly Reyna / Archivo El Comercio)
(Foto: AFP)
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EL DESFOGUE

Claudio Pizarro había pisado Montevideo con una maleta llena de críticas. Con 25 años, el delantero cumplía su cuarta temporada en el fútbol alemán. Su estadística de goles era envidiable, pero con la bicolor apenas sumaba ocho en 35 partidos. Considerado como el ‘salvador’ que debía sacar a la selección de los malos resultados, el ‘Bombardero’ era el principal dardo en cada error o mal resultado, que era más frecuente por aquellos años.

Más allá de eso, Pizarro era titular y capitán para Paulo Autuori. Sus movimientos tácticos no desentonaban en su sistema, aun así la falta de gol era el principal motivo de los hinchas para pedir su salida. En dicha Eliminatoria aún no había anotado alguno, hasta que una mala salida de Uruguay cambiaría las cosas, al menos en ese encuentro.

Perú recupera el balón y Nolberto Solano manda un balón largo al campo local. La línea defensiva uruguaya cayó en su propia trampa del offside y Roberto Palacios se escapó por derecha, levantó la cabeza, y mandó un centro al corazón del área. De un dudoso derechazo con un efecto que asustó a varios , Claudio Pizarro marcó el segundo para Perú.

Celebración de Pizarro tras su gol. (Foto: Rolly Reyna)
Celebración de Pizarro tras su gol. (Foto: Rolly Reyna)

A un lado del arco, Pizarro alzó los brazos con puños en la manos y botó toda la frustración. Como una forma de librarse del mar de críticas. Sin la existencia aún de redes sociales, los críticos del atacante ya sonaban fuerte, pero esa noche tuvieron un respiro. Eso sí, para su mala suerte, no volvería a anotar por la selección hasta dos años después y, por Eliminatorias, en 2011.

LA CONSAGRACIÓN

Cuando era juvenil, Jefferson Agustín Farfán Guadalupe soñaba con llegar al primer equipo de Alianza Lima y debutar con la selección peruana. A los 18 ya había cumplido ambas metas, así que planteó algunas nuevas. Una era llegar a Europa, algo que Paolo Guerrero, amigo de toda su vida, ya había logrado en 2002. Esa noche en el Centenario, la ‘Foquita’ aún pertenecía a Alianza Lima.

A la hora del partido, Perú seguía ganando y dominando por completo a los confundidos futbolistas uruguayos, quienes seguían asimilando el golpe del ‘Centenariazo’ en marzo. John Galliquio avanzó unos cuantos pasos y dio un pase digno de creativo a Farfán, quien estaba solitario en el área. El atacante remató fuerte al arco para anotar el 3-0.

Derechazo de Farfán para el tercero. (Foto: Rolly Reyna / Archivo El Comercio)
Derechazo de Farfán para el tercero. (Foto: Rolly Reyna / Archivo El Comercio)

Al mes siguiente, Jefferson Farfán fue presentado como refuerzo del PSV de Holanda. Su carrera tenía un rumbo mejor que lo que había soñado como un esperanzado juvenil. Para llegar a la Copa del Mundo debería esperar aún algunos años más.

Los hinchas, esos personajes casi olvidados, celebraban a rabiar en el estadio, sus casas o algún local. Era la mejor exhibición de fútbol del conjunto nacional en los últimos años, agregándole que jugábamos como visitantes. Ni el descuento de Diego Forlán (72’) apagó su alegría. Perú ganó 3-1 y se metía a la pelea por un cupo al Mundial alemán. Finalmente, ni uruguayos ni peruanos clasificaron.

LA ESPERA

La siguiente visita de Perú por Eliminatoria fue en octubre. Bolivia nos ganó 1-0 en La Paz en el debut de Paolo Guerrer con la bicolor. Días después empatamos con Paraguay en Asunción. Luego de eso, la bicolor perdió en todos sus partidos fuera de casa hasta octubre de 2012, que igualó en la capital boliviana. Una estadística de terror.

Cuando Ricardo Gareca asumió como entrenador, en marzo de 2015, Perú acumulaba 23 partidos consecutivos sin ganar como visitante en la clasificatoria, con dos empates y 21 derrotas. Esta cifra subió a 28, al perder en las cinco primeras salidas del camino a Rusia 2018. La situación parecía no tener solución.

El 10 de noviembre de 2016, Paraguay empezó ganándole a Perú en Asunción y, cuando nos alistábamos a sumar un partido más a la lista, la bicolor reaccionó, ganando por 4-1. Se rompía esta terrible racha luego de doce años, en la que entrábamos al nivel de equipos como San Marino.

En la actualidad, la bicolor acumula cinco encuentros consecutivos sin perder de visita, la mejor racha de su historia. Con la igualdad sin goles ante Nueva Zelanda, superó la de cuatro, entre 1977 a 1981. Ricardo Gareca encontró la fórmula para, al fin, actualizar y dejar el triunfo en el Centenario como un agradable recuerdo.

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