Aunque había quienes ya escribían sus memorias, Paolo Guerrero está a una firma de cumplir un deseo adolescente: jugar en el fútbol argentino. Consuelo Vargas, querida fotógrafa del diario, le tomó sus primeras fotos previo a los Bolivarianos en 2000 y allí escuchó lo que él y su compadre, un púber Jefferson Farfán, hablaban. Me lo contó una vez: “Qué lindo debe ser jugar en Argentina”.
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Bueno, está por cumplirse. Según informa ESPN, justo en el entretiempo del Boca vs. Racing por la final de la Supercopa Internacional argentina -allá en Dubái, el nuevo Dorado del fútbol mundial-, el goleador histórico de la selección peruana irá a Racing Club por una temporada, el equipo donde los 9 solo saben ser ídolos: Piojo López, Diego Milito, Lautaro Martínez. Luego, sin que haya confirmación oficial desde Avellaneda, el periodista Juan Pablo Varsky fue más allá y tuiteó: “Paolo Guerrero será refuerzo de Racing. Llegará al país en las próximas horas y, tras superar la revisión médica, firmará su contrato con la institución”.
¿A dónde llega Paolo, jubilado casi por media crítica peruana? En principio, a un club campeón. No es lo mismo llegar a un equipo de media tabla que a uno en plena bonanza. El capitán Iván Pillud, tras vencer a Boca en Dubái, lo explicó mejor: “Ganamos un título al finalizar el año, ganamos otro al empezar. Eso es lo que necesita este grupo”.
Ese club, además, que propone un proyecto transversal hacia sus divisiones menores que disfrutan, entre muchos, los hermanos peruanos Catriel y Axel Cabellos, está liderado por Fernando Gago, un histórico futbolista del medio argentino. Alguien que, además, conoce de lesiones y de la importancia de temporizar los regresos, cuidar las formas, proteger al futbolista. Lo vivió en carne propia: en tres años (2015-2018) se rompió dos veces el tendón de Aquiles y luego el ligamento cruzado. Si alguien lo va a guiar mejor que nadie, pese a que Paolo está libre de lesiones hoy, es él.
Hechas las sumas y restas, esta es una gran noticia. Prueba su vigencia en el continente y la altísima valla que le pone su entorno. Sin fútbol local, con la sub 20 golpeada y una selección adulta que reza porque su máxima figura encuentre equipo -Cuevita-, el fichaje de Paolo Guerrero a los 39 años nos obliga a reconocer que, quizá en este caso, estábamos siendo un poco desagradecidos. Si lo quiere Racing, el más campeón de los últimos cinco meses del fútbol argentino, cómo no vamos a quererlo nosotros.
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