Selección peruana: el balance de dos derrotas en cinco puntos
Selección peruana: el balance de dos derrotas en cinco puntos
Horacio Zimmermann

Cero puntos. Dos derrotas, un camino. La cojea. Empezó las Eliminatorias de la manera menos pensada: cayó contra Colombia y Chile. A continuación, algunos aspectos que consideramos en esta primera fecha doble de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Rusia 2018:

1. Peleamos, pero no alcanza. La selección de Ricardo Gareca no se reconoce inferior frente a ningún rival en ningún aspecto: en técnica, preparación física ni actitud. Ese factor, diría Pep Guardiola, es un buen primer paso para empezar a ganar. Pero para Perú parece seguir siendo insuficiente. Necesitamos más que eso. Pero qué. Sostener. Manejar los momentos. En dos partidos, el equipo no sostuvo el pico de rendimiento durante 90 minutos. En el aire quedan preguntas como: ¿Se hubiera jugado de igual forma el segundo tiempo ante Colombia si se iba al descanso empatando y no perdiendo? Meter los goles forma parte de jugar bien y Perú no concretó frente a los cafeteros pese a que dominó la segunda etapa en Barranquilla. Contra Chile se mejoró en este último aspecto -la inclusión de Jefferson Farfán fue determinante- ; sin embargo, el equipo confirmó la debilidad del sistema defensivo. Una evidencia es que nos convirtieron seis goles en dos partidos. Otra, que aún con superioridad de hombres respecto al rival, se permitió acciones de riesgo. Y goles, como en el tercer tanto de Chile ayer en el Nacional. Ocho para marcar a cinco. Cuatro con uno, Marcelo Díaz. Y Alexis Sánchez libre por el centro del área. Se puede perder un hombre, estar con nueve, diez u once jugadores en la cancha, pero el orden es lo único que ningún equipo puede perder. No es jerarquía, es trabajo. Atención. Relevos, ayuda, diálogo. Me interesa tomar como errores propios los aciertos del rival para apartir de allí mejorar, pero no desconozco que el contrario tiene mérito absoluto. Chile es la mejor selección de Sudamérica y Colombia nunca perdió en Barranquilla con Pekerman. A veces nos olvidamos de que Perú no juega solo en la cancha. Los rivales existen.

2. El trabajo de recuperación. En el arranque del partido en Barranquilla, la selección presionó cerca de la línea que divide el campo en dos. En el segundo tiempo, con el marcador en contra, adelantó el bloque para quitarla en campo contrario. Contra Chile, el equipo presionó en tres cuartos, sin llegar a hostigar al rival. Perú no asfixia, neutraliza. Con dos líneas de cuatro bien marcadas, pienso, la presión de los volantes respecto al rival con el balón debe ser asfixiante para evitar que este llegue a la zona roja de la defensa peruana: la espalda de la última línea. Pasó ayer en el primer gol chileno, en el que Isla habilitó a Sánchez. Y también en el segundo gol: pase filtrado a la espalda de Advíncula para el 'Mago' Valdivia, centro al medio y gol de Vargas. ¿Quién lo marcaba? Nadie. Te puede ganar un rival por el costado. Puedes ceder un pase filtrado a la espalda, pero no dos. En el segundo, corriges. Y Vargas ingresó al área chica entre tres peruanos. El aspecto defensivo tiene que ver con todos, no solo con los últimos cuatro. Sin embargo, el segundo tiempo contra Colombia dejó una lección: mientras más lejos de tu arco pierdas el balón, mejores opciones de recomponer el esquema defensivo tienes. Igual en la recuperación.

3. Los detalles son determinantes. Había pasado con Yotún en la Eliminatoria pasada: le tiró la pelota a Luis Suárez en Lima, el árbitro interpretó que era una agresión y lo echó del campo. Perdimos 2-1 con Uruguay. La expulsión de Cueva es un calco. En una acción aislada, lanzó el balón en el rostro de Valdivia. Cometió la misma irresponsabilidad. Perdimos 4-3. Y no es una opinión con el resultado en la mano. Once contra once, Chile nos había creado cuatro acciones claras (el gol de Sánchez, una atajada de Gallese, un gol anulado por offside y un remate de Vargas). En igualdad de condiciones, era difícil. Con desventaja, un suicidio. Los detalles son determinantes en partidos de esta dificultad. Este fue uno. Otro detalle: ayer conversaba con un amigo (Ernesto Carpio) y dijo una frase muy cierta. "A Cueva lo expulsaron por una acción de barrio, el mismo que no tuvo Gallese para echar el balón cuando teníamos nueve hombres". En esa acción, todo mal. Dentro y fuera de la cancha. El equipo no respondió, la banca tampoco. El cambio de Yordy es otro detalle. Gareca optó por él para realizar el trabajo del lesionado Carrillo. No funcionó. Ni en defensa ni en ataque. El argentino reconoció que cometió un error. La naturaleza de Yordy, atacante por donde se le vea, generó una serie de desacoples defensivos cuando se animó a cruzar el mediocampo. En algún momento del partido, Paolo Guerrero fue lateral derecho. No se puede pretender ganar con un cuchillo de madera. Gareca, en teoría, ha perdido partidos por irresponsabilidades como estas -sumemos la de Zambrano en la Copa- más allá de que resulta imposible saber si con once íbamos a ganar. 

4. La dupla Farfán-Guerrero. Las mejores versiones de Perú en ataque fueron cuando ambos conformaron el ataque peruano. Jefferson por su explosión, Paolo por su calidad. Son dos jugadores que no tienen remplazantes fijos en la selección. La ausencia de uno u otro resulta perjudicial. Ayer jugaron por primera vez juntos como dupla de delanteros en las Eliminatorias, pero la expulsión de Cueva los obligó a separarse. Farfán pasó a ser volante por la derecha y Guerrero quedó solo en punta. Si algo bueno dentro de todo lo malo debemos valorar por encima de todo es la jerarquía individual de ambos futbolistas. Carillo está en el mismo camino. El ataque peruano tiene con qué y cómo arreglárselas. Predomina el juego colectivo y soluciona problemas a través del desequilibrio individual. En ese aspecto, todo ok. La sensación en estas dos jornadas es que el equipo se siente más cómodo con la pelota que sin ella. Lo que falta corregir es el trabajo postpérdida de la pelota. Y es clave.

5. El método sobre el resultado. Anoche pasó algo que era insospechado: el público asistente al Nacional aplaudió a los jugadores peruanos al final del partido. No estaban reconociendo la victoria chilena –que hubiera sido bueno luego de la vergüenza generada por las pifias a su himno–, sino la entrega del equipo peruano. El tercer puesto en la Copa América no es el principal mérito de Gareca. Sí lo es haber logrado que la gente reconozca un estilo en el equipo que acepta y tolera. Le tiene paciencia. Y las derrotas no han sido contundentes en el resultado como para asumir que debe producirse un cambio radical. La gente reconoce actitud. Corazón sobra, falta cabeza.

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