José Antonio Bragayrac

Son doce segundos los que trascurren desde que Miguel Trauco lanza un pase desquiciado por el sector izquierdo y Christian Cueva recepciona con el pecho, acomoda la pelota cariñosamente, evade su marca con un movimiento sutil de cadera y sirve un pase milimétrico para Jefferson Farfán, quien concluye la jugada con un derechazo magistral. Una jugada que también es una postal inmortalizada para la historia de la selección peruana: la noche que volvimos a ser mundialistas. ¿Los protagonistas? Jefferson Farfán y Christian Cueva en su prime. ¿Dónde nació esa complicidad y cómo fue que trascendió hasta convertirse en un entendimiento único en la cancha y que propició el resurgir del fútbol peruano?