
Parece irreal volver a verlos en una cancha, donde los recuerdos cobran vida y los momentos que parecían atrapados en el tiempo resucitan. Después de 18 años, los ‘Jotitas’ se reunieron para revivir aquella hazaña imborrable que llevó a la selección juvenil peruana al Mundial de Corea, una gesta única en la historia del fútbol nacional. Fue la única vez que una generación sub-17 alcanzó una cima mundialista por mérito propio, dejando huella en los anales del plantel. Reimond Manco, con el mismo espíritu y liderazgo que guiaron aquella travesía, convocó a casi todos los héroes que hicieron de ese sueño una realidad: los eternos ‘Jotitas’.
Son las 10:00 pm y el punto de reunión es en el distrito de Breña. Esperan que termine el turno en la cancha alquilada para llevar a cabo su primera sesión de entrenamientos tras este emotivo reencuentro y retorno a los campos de juego de los ‘Jotitas’. Uno por uno van llegando, entre risas, bromas y recuerdos que empiezan a florecer mientras intento reconocer a cada uno de este grupo que, siendo aún menores de edad, logró hacer vibrar y paralizar a todo un país.
Aunque su responsabilidad ya no es guiar a sus compañeros como la figura estelar de aquel equipo, como lo hizo en el Sudamericano de Ecuador y en la Copa del Mundo en Corea del Sur en 2007, Manco ahora es quien se encarga de reunir a sus compañeros. Aquellos con quienes emprendió una aventura que les cambió la vida tanto a nivel personal como futbolístico. El ‘Rei’ saca una bolsa con chalecos de entrenamiento, cada uno con la numeración que llevaron en la Sub-17 y con el nombre estampado en el frente y atrás, caracterizados como “Los Jotitas”.

Cuando Manco les dice que escojan el dorsal que llevaron en su juventud, todos lo encuentran rápidamente. Ese número ha quedado grabado en su memoria como un recuerdo imborrable. La camiseta les queda ajustada a algunos, pues los años, el retiro del fútbol y el paso del tiempo han dejado su huella. Otros, los que aún se encuentran en competencia, no enfrentan inconvenientes. La mirada de cada uno hacia su numeración provoca que sus ojos brillen y los transporta a ese instante en el tiempo, cuando tenían 15 o 16 años, a pesar de que todos han superado las tres décadas de vida.
Antes de comenzar el entrenamiento, Manco convoca a sus compañeros y les pide realizar una oración. La fe siempre fue algo muy característico del equipo del técnico Juan José Oré, un pilar que unió a cada jugador en momentos de adversidad y éxito. A pesar de que han transcurrido muchos años desde aquella gesta histórica, ese vínculo espiritual sigue intacto, fortalecido por los recuerdos compartidos y las experiencias vividas juntos.

La primera parte del entrenamiento se enfoca en trabajos físicos, marcando las diferencias entre quienes aún están en actividad y aquellos que colgaron los chimpunes hace un tiempo. A pesar de estas diferencias físicas, todos están comprometidos con el proyecto y lo abordan con seriedad. Tienen claro que el cuerpo posee memoria muscular y que mejorar físicamente es clave para estar en óptimas condiciones de cara a los próximos compromisos pactados.
Juan “Cutito” Zevallos aporta la chispa y el humor al entrenamiento. En un intento por ser modelo durante un ejercicio de circuitos, se equivoca en la tarea, provocando una explosión de risas entre sus compañeros. Rápidamente, Reimond Manco toma su lugar y realiza el ejercicio correctamente, mostrando su experiencia. Danny Sánchez, Gary Correa y Luis Trujillo destacan como los más bromistas del grupo, animando el ambiente y manteniendo el espíritu alegre durante la jornada. Todos los demás (Víctor Ulloa, Erick Coavoy, Yovic De La Cruz, Christian La Torre, Anthony Molina, Joseph Múñoz, Bryan Salazar, Jersi Soccola) también responden a cada pase y broma, manteniendo el ambiente lleno de camaradería y buena energía. La confianza que han construido a lo largo de los años, tanto dentro como fuera de la cancha, se refleja en cada interacción.

Llegó el momento de realizar fútbol para terminar el entrenamiento. Divididos en dos equipos, los ‘Jotitas’ se enfrentaron a un grupo local, listos para medir fuerzas. Durante una pausa, Reimond Manco, ahora más líder que nunca, aprovechó para compartir el origen de este emotivo reencuentro. “Se me ocurrió hablando con mi familia”, explicó, con una sonrisa que delataba la nostalgia. “Mis hijos me decían: ‘¿Nunca te has juntado con los Jotitas?’ Y es verdad, nunca lo habíamos hecho. La gente en la calle te recuerda con cariño, te habla de esa época. Entonces pensé: ¿por qué no reunirnos y revivir todo eso? Pasé la voz a todos, y aquí estamos.” Su relato resonó entre sus compañeros, quienes, entre risas y miradas cómplices, sabían que esta reunión era mucho más que un simple entrenamiento: era un viaje en el tiempo, un reencuentro con la gloria y con la amistad que los marcó para siempre.
El proyecto no nació solo como un reencuentro, sino como una oportunidad para transmitir su legado. Manco reveló su plan con la misma pasión que lo caracterizaba en la cancha: “Recibí una invitación de la Municipalidad de Ate para formar un equipo y pensé, ¿por qué no los Jotitas? Gracias a Dios, los muchachos respondieron. A partir de esto, se nos ocurrió formar el grupo nuevamente, para hacer presentaciones en Lima y el interior del país. Queremos que este proyecto se mantenga el tiempo que sea necesario. Ofrecemos algo más que un partido: está la foto, el autógrafo, el momento de compartir con la gente. Incluso, charlas motivacionales. Porque lo que logramos no fue poca cosa. Creo que podemos inspirar a muchos chicos, no solo en el fútbol, sino en el deporte en general, contándoles cómo llegamos a un Mundial y cómo hicimos historia siendo parte de los mejores del mundo.”

Daniel Sánchez, el recordado ‘10′ de aquella selección nacional, sigue ligado al fútbol formativo en la Academia Cantolao y no ocultó su alegría durante el reencuentro con sus antiguos compañeros de selección: “Se siente bonito. Nos reunimos después de mucho tiempo, y hoy tuvimos nuestro primer entrenamiento. Estar aquí es especial porque trae recuerdos del Sudamericano, el Mundial y tantas vivencias. Este proyecto nació para volver a juntarnos tras años de trabajo y distancia, y esperamos que más compañeros se animen a sumarse a esta linda familia que construimos.”

Finalmente, Gary Correa, recordado por portar el número 20 y su zurda exquisita, compartió sus sentimientos al recordar aquellos momentos: “Es algo hermoso revivir todo, todas las anécdotas y la felicidad que compartimos en 2007. Estos recuerdos muestran que este grupo siempre ha mantenido un lazo especial. A pesar de que cada uno tomó diferentes caminos, con familias y nuevos proyectos, la esencia de nuestra unión sigue viva. Ver a mis compañeros de nuevo me llena de alegría y orgullo”.
