"La selección y un proceso en construcción", por Daniel Peredo
"La selección y un proceso en construcción", por Daniel Peredo
Daniel Peredo

“La objetividad no existe”, resume el periodista argentino Juan Pablo Varsky. “Lo objetivo son los hechos que después, cada uno, con ecuanimidad, rigurosidad y fundamentación, puede interpretar”. Desde estos primeros partidos y su contexto, intentaremos nuestro análisis relacionado con el juego, la oposición de los rivales y el comportamiento de los futbolistas.

Escribimos en DT y lo ratificamos ahora. Esta versión presenta una  de intenciones ofensivas, que busca equilibrio, buen pie, protagonismo desde la pelota y no se amilana. En trámites distintos, dimos pelea hasta donde pudimos, tuvimos momentos favorables, las cuatro chances de gol en Barranquilla, por ejemplo, pero pesaron más las acciones adversas. Falta consistencia para lograr triunfos. Hemos mejorado pero no basta, seguimos corriendo detrás de otras selecciones. Oficialmente, Gareca consiguió resultados previsibles. Ganó a quienes tenía que ganar: Venezuela, Bolivia y Paraguay están por debajo en el ránking FIFA; y perdió con equipos superiores.

Solo con tiempo, coherencia y trabajo nos acercaremos al éxito. Nadie gana de la noche a la mañana. La Copa América nos volvió a ilusionar, Gareca hizo mucho con poco, desarrolló una propuesta agresiva y, otra vez, parecía que el equipo estaba en condiciones para la Eliminatoria. Colombia y, sobre todo, Chile nos regresaron a la realidad. Aún no somos un equipo completo. En el debut quedó la conclusión de que falló la definición y días más tarde, hicimos tres goles, pero defendimos muy mal ante el mejor ataque de América: organizado, inteligente, claro y efectivo. Desde el inicio, once contra once, líneas descoordinadas, poca agresividad, defensores mal posicionados y un arquero demasiado debajo de los palos. Con la expulsión y la lesión solo quedamos más expuestos. El estilo está definido, sin embargo, se requiere táctica para contrarrestar al contrario. También pasó con Neymar en la Copa.

El comportamiento de nuestros futbolistas no puede excluirse del análisis. La falta de formación emocional para enfrentar momentos límite se paga en la alta competencia. No tenemos mundiales en menores como los chilenos o colombianos para ir adaptándonos. Yotún en las Eliminatorias pasadas, Zambrano en la Copa América y ahora Cueva no pudieron contenerse y se fueron inconscientemente. Tarea puntual para el psicólogo Marcelo Márquez, mientras se comienza a desarrollar el proyecto integral para los próximos siete años. Técnicos y futbolistas peruanos han crecido como el pasto, para cualquier lado, repitiendo que “el mejor psicólogo es el entrenador o es el tesorero”.

En un medio extremista e intolerante por tantos años sin clasificación el factor mental es determinante. Tan igual como las causas futbolísticas. Desde afuera generamos una atmósfera previa que dentro de la cancha buena parte de los seleccionados no logra manejar. El “ganar como sea” nos está matando. No tenemos margen de error. Los delanteros no pueden fallar un gol. Pasó con Mendoza, Carrillo y ahora con Yordy. Ante un yerro no hay crítica, hay linchamiento. La mayoría no aguanta un análisis, quiere sangre. Los jugadores sin madurez y baja autoestima ya no revisan la prensa, van a las redes donde la mayoría se atribuye conocimiento, autoridad y moralidad para descalificarlos. Las únicas redes que deben importar son las del arco rival.

Lo que menos se evalúa es el juego. Quien analiza funcionamiento valora algunos rendimientos, reconoce las limitaciones pero observa mejoras, está mintiendo. En la derrota solo sirve encontrar culpables. No hay críticas. Hay ataques. El desfogue por la frustración aporta nada.

Desde adentro de la Videna, algún directivo impresentable ha comenzado a atentar contra el proceso. Ojalá Oviedo, Oblitas y Gareca sigan firmes para sostenerlo. Tiempo, trabajo y tolerancia. No hay otra. Los resultados no son una casualidad. Son una consecuencia.

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