"La selección... ¿reflejo de qué?", por Ricardo Montoya
"La selección... ¿reflejo de qué?", por Ricardo Montoya
Ricardo Montoya

En cualquier país, el fútbol que practica su selección nacional es el reflejo del que se juega en su respectivo campeonato. Existe una correlación obvia, casi obligatoria, entre el balompié que produce cada liga local y el que subsecuentemente desarrolla el once patrio en sus presentaciones. Esto sucede, casi siempre, en todas partes del mundo, menos en el Perú. Acá, curiosamente, la regla resulta siendo la excepción. Nuestra selección se sitúa millas delante de lo que generan nuestros equipos en los torneos internacionales. Digámoslo más claro, a nivel de clubes somos, inapelablemente, los peores de Sudamérica. En cambio, en selecciones y en un día feliz podemos competir contra cualquiera, sin temor al papelón. Y más allá de gustos individuales, los buenos resultados recaen, principalmente, en el trabajo de Ricardo Gareca. No reconocérselo revelaría mezquindad.


Si, por ejemplo, comparamos al plantel del campeón peruano Cristal con el del Santos o con el del Santa Fe, se puede advertir que ciertamente hay desproporción de costo y de talento a favor de los antagonistas de los rimenses en la Libertadores 2017. Esas distancias, sin embargo, son menores que las que encuentra nuestra selección cuando tiene que enfrentarse al Scratch o Colombia, escuadras con mucho mayor número de jugadores reconocidos mundialmente.


En nuestro plantel, aunque duela aceptarlo, existe un solo jugador de talla mundial. Se llama Paolo Guerrero. Los demás pueden ser muy buenos, buenos o esforzados, pero ninguno tiene el nivel ni el reconocimiento que en el consenso universal posee el ‘Depredador’. ¿Cuántas estrellas tienen Colombia, Chile o Ecuador para no mencionar a las potencias históricas? Todas las selecciones sudamericanas cuentan por lo menos con dos o tres. En ese contexto, y contra todo pronóstico, con menos potencial Perú ofrece lucha y todavía le queda viva la esperanza de viajar a Rusia.


La selección ha adquirido un estilo de juego propio y tiene jugadores jóvenes que nos van a representar en las próximas eliminatorias. Gareca ha sabido administrar la escasez de talentos y apela, muchas veces, a jugadores del medio local que han sabido estar a la altura de las circunstancias. Da la sensación de que, al margen de los resultados, estamos creciendo. Se reconoce la mano del técnico y el grupo confía en él.


En toda la era del ‘Tigre’, solo dos veces hemos sido claramente superados: contra Brasil, el día que perdimos 3 a 0 de visita (la única goleada en contra), y contra Chile en Santiago cuando, pese a jugar mal, casi nos trajimos un punto.


Perú, a diferencia del pasado reciente, ya no suele bajar los brazos frente a la adversidad. Se observa un trabajo psicológico y emocional. ¿O creen que Cueva y Trauco ganaron confianza espontáneamente? Ahora, los jugadores del extranjero ponen un pie en el país y van directamente a la concentración. Como debió pasar siempre.


No todo ha sido lo bueno que se desea. Ha habido errores en la elección de algunos hombres en uno que otro encuentro específico; en ocasiones los cambios han sido hechos en un mal momento... Pocas contras, en realidad. El balance termina arrojando, hasta hoy, un saldo muy favorable para el estratega de la selección. Sin quererlo, con su actuación internacional lastimera, los clubes nacionales le han hecho un gran favor. El público, por supuesto, sabe que no somos la selección número 15 del mundo como afirma la FIFA, pero también reconoce que con muy poco, casi nada, el ‘Tigre’ ha hecho rugir a su equipo.

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