"Stan me dijo que tenía nuevas prioridades en la vida. Que le quedaban cinco años de buen tenis y quería darlo todo. Hizo las maletas y se fue al hotel", relató Ilham Vuilloud, presentadora de la televisión suiza y esposa de Roger Federer, quería levantar ese tenis que antes había relucido en años anteriores. Y hoy, a sus 29 años, y con un 2014 impresionante, Wawrinka puede reconocer que se había equivocado.
¿Por qué? Las frases de Wawrinka no duraron mucho e inmediatamente en enero de este año sonó el teléfono de Ilham en medio del Australian Open. Wawrinka se había llevado el título tras derrotar al número uno del mundo, Rafael Nadal, y no podía ocultar la emoción que tenía ante su esposa y dos hijas.
Ahora, con la esposa viendo el encuentro ante Federer en Montecarlo, el suizo volvió a confirmar que los problemas no estaban en la casa tal como lo había pensado, sino todo lo contrario. Un par de semanas fuera de la familia hicieron empujar a Wawrinka ese tenis que lo caracterizó cuando era un debutante. A partir de este lunes, aumentará su diferencia como número tres del mundo, por encima de su amigo y compañero de la selección.
Djokovic y Nadal aún están lejos, pero con la familia al costado y empujándole en cada encuentro de este 2014, Wawrinka sabe que puede comenzar una racha. Un Gran Slam y un Masters 1000 no lo gana cualquiera en una temporada.