En setiembre del 2020, cuando la pandemia del COVID-19 había paralizado al mundo entero, en el Perú se publicó la Ley 31047, con el fin de “regular las relaciones laborales” de las personas trabajadoras del hogar. El reglamento de la norma fue publicado meses después, en abril del 2021.
La nueva ley de las trabajadoras del hogar establece por primera vez, entre otras cosas, que estas deben tener un contrato escrito con sus empleadores, el cual debe ser registrado por el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo. También decreta que estas tienen derecho a dos gratificaciones anuales –una por Fiestas Patrias y otra por Navidad–, cada una equivalente a su sueldo. En la norma anterior (Ley 27986, de junio del 2003), cada gratificación era el 50% de la remuneración. Del mismo modo, fija vacaciones de 30 días remuneradas, 15 días más que en la norma derogada, entre otros beneficios.
“En síntesis, esta ley equipara el régimen de las trabajadoras del hogar al régimen laboral del sector privado. Veníamos de un régimen de beneficios reducidos [en la ley previa] a uno que estandariza la situación de estas trabajadoras”, explicó Katy Noriega, abogada especialista en temas laborales de Ppulegal.
Entre el 17 de marzo y 3 de abril de este año, Ipsos Perú efectuó un estudio nacional por encargo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para conocer el perfil de las trabajadoras del hogar en el país, así como el conocimiento de los ciudadanos sobre la mencionada norma.
En el informe, cuyos resultados muestra hoy El Comercio en exclusiva, se precisa que el 96% de personas trabajadoras son mujeres. Además, el 34% son migrantes: 33% del interior del país y 1% del extranjero.
Asimismo, el 85% pertenece a los niveles socioeconómicos C y D, y su edad promedio es 41 años.
Según la Encuesta Nacional de Hogares, efectuada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en el 2020, en el Perú hay 244.726 trabajadoras del hogar.
Vulnerabilidades
Ítalo Cardona, director de la oficina de la OIT para los Países Andinos, dijo a este Diario que las trabajadora del hogar enfrentan dos grandes problemas en el país. El primero es la informalidad, pues se calcula que nueve de cada diez de ellas laboran en la informalidad. “La gran mayoría no tiene seguridad social, beneficios laborales, pensiones [de jubilación], entre otros”, expresó.
El otro gran problema es la poca valoración del trabajo de estas personas, lo cual se traduce en una situación grave y peligrosa: la discriminación en sus distintas formas.
Leddy Mozombite, secretaria general de la Federación Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar del Perú, sostuvo que, debido a la discriminación, aún hay muchas mujeres que trabajan en condiciones precarias y, en ocasiones, son víctimas de acoso y hasta abuso sexual.
En la nueva ley se menciona que “es responsabilidad de la persona empleadora del hogar garantizar un espacio libre de hostigamiento sexual y de todo tipo de violencia”.
Por otro lado, Paulina Luza, representante de la Federación Nacional de Trabajadoras y Trabajadores del Hogar Remunerados del Perú, destacó que muchas trabajadoras prefieren no firmar contratos porque tienen dudas o temor. “Hay muchas cosas que son nuevas. No solo los contratos, también el depósito de la CTS en cuentas bancarias, por ejemplo”, comentó.
Según el estudio de la OIT, solo el 5% de empleadores y el 4% de trabajadoras del hogar declararon que laboran con un contrato. Además, solo el 14% de empleadores y el 12% de trabajadoras afirmaron que tenían vacaciones remuneradas.
Del mismo modo, el 83% de empleadores y el 92% de trabajadoras aseguraron que no conocen o conocen muy poco sobre la norma. Para Cardona, esto evidencia la falta de información, una tarea que corresponde principalmente al Estado.
“Debe haber programas y campañas de información y difusión que tengan en cuenta una realidad: en el sector de trabajadoras del hogar hay analfabetismo y manejo de lenguas que no son el español. Eso debe tener muy en cuenta”, destacó.
Finalmente, la abogada Katy Noriega opinó que es positivo “que se reconozcan derechos progresivos a quienes tienen un régimen reducido”. “Se está regulando sobre una situación irreal. Ni siquiera se cumplía el régimen anterior. Regular en una situación irreal es lo mismo que no hacer nada”, cuestionó.
El Comercio intentó comunicarse con el Ministerio de Trabajo, pero al cierre de este reportaje no hubo respuesta.
Testimonios
“He pasado gran parte de mi vida trabajando en casas. Cuando no conoces, aceptas cualquier sueldo y condiciones. Antes era mucho más difícil que ahora, porque tenías que hacer todo y a veces ni siquiera tenías [día de] descanso”. Soledad, de 62 años.
“Llegué de Cajamarca hace 10 años para trabajar y estudiar. En mi pueblo estudié primaria. Aquí completé mi secundaria los domingos, en mis días libres. Mis primeros trabajos fueron duros: despertaba a las 4 a.m. y acababa a las 10 p.m. Hubo una mejora, en mi actual trabajo tengo un contrato y beneficios”. Altagracia, de 27 años.
“Soy trabajadora del hogar desde los 12 años. Gracias a este trabajo, he sacado adelante a mis tres hijos, que ya son profesionales. Ahora estoy bien, pero he sentido discriminación y sufrido abusos. El hijo de una señora me insultaba, me decía diabla. Me decía así porque soy negra y no quería que trabajase en su casa”. MPS, de 49 años.
*Soledad y Altagracia prefirieron no mencionar públicamente sus apellidos. MPS optó por no ser fotografiada e identificarse con sus iniciales para este informe.
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