(Foto: AFP)
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José Larrabure

Las juntas generales de accionistas son el principal mecanismo que tiene una empresa para que todos sus accionistas participen y emitan sus opiniones sobre la gestión de la empresa. Los temas que generalmente se someten a votación en las juntas ordinarias son la aprobación de la memoria anual y estados financieros, el monto por distribuir en dividendos, la elección del directorio y la aprobación de los auditores externos para el siguiente período. Es también una oportunidad para que el presidente del directorio y la gerencia comenten los resultados, así como los principales logros del año y proyectos que está emprendiendo la empresa. La gran mayoría de las empresas listadas en la BVL tuvieron sus juntas en las últimas dos semanas y me pareció oportuno hacer un recuento de mis principales impresiones sobre estas.

Quisiera empezar por el lado positivo con algunos ejemplos de empresas que han entendido que las prácticas de buen gobierno corporativo son importantes para maximizar el valor de la empresa. Durante las juntas del año pasado, las AFP reiteramos la necesidad de que las empresas auditoras roten luego de una cantidad determinada de años. Una empresa generadora de energía realizó el cambio este año, a pesar de formar parte de un grupo multinacional que trabaja a escala mundial con la empresa auditora anterior. Otra empresa dedicada a la comercialización de maquinaria y bienes de capital tomó la decisión de desprenderse de un activo y desistió de vender al mercado acciones que había recomprado anteriormente escuchando los argumentos de sus accionistas. Otras empresas han tomado la buena decisión de incorporar un mayor número de independientes en su directorio. Por algo la mayoría de estas empresas han obtenido las mejores puntuaciones en encuestas de bueno gobierno corporativo como “La Voz del Mercado” y algunas de ellas forman parte del Índice de Buen Gobierno Corporativo de la BVL.

Lamentablemente, todavía tenemos algunas empresas que mantienen prácticas que atentan contra los derechos de los accionistas minoritarios. El caso más extremo es el de una empresa cementera que no solo mantiene contratos con empresas vinculadas a precios poco transparentes y por servicios que no quedan claramente explicados, sino que sometió a sus accionistas a una larguísima junta que duró más de cuatro horas y en donde de manera unilateral y a último momento su accionista controlador procedió a imponer sus votos para incrementar el número de directores sin ningún argumento, ni previo aviso a todos los accionistas. Otro caso, ciertamente menos escandaloso, es el de una empresa de generación de energía que ha decidido utilizar grandes excedentes de liquidez, que deberían distribuirse como dividendos, para financiar operaciones de otras empresas vinculadas a su accionista mayoritario.
Empresas como estas todavía no se dan cuenta del valor que pierden al tener tan poca transparencia y maltratar a sus accionistas minoritarios. Algún día tendrán que salir al mercado a buscar financiamiento y seguramente tendrán que pagar por este comportamiento.

Termino con una crítica a la posición pasiva que asumen muchos inversionistas minoritarios que deberían aprovechar las juntas para hacer preguntas, hacer oír su voz y reclamar sus derechos.

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