Del destrabe a la diversificación, por Alfonso de la Torre

El nuevo ministro de la Producción, Pedro Olaechea, ha señalado que “la diversificación productiva, como plan, ya no sirve”, y tiene razón. Etiquetar la diversificación productiva como un plan ha generado mucha confusión sobre su naturaleza, llevando a algunos a preguntar equivocadamente si la diversificación la hace el mercado o el Estado.

Esta es una falsa dicotomía. La diversificación busca facilitar las cosas para que el sector privado amplíe las posibilidades productivas de la economía. De hecho, los propios esfuerzos de simplificación administrativa y destrabe son una suerte de diversificación light. Por un lado, son una forma de diversificación porque apoyan el desarrollo de nuevas capacidades productivas; por el otro, son light porque el destrabe por sí solo es insuficiente para generar las ganancias de productividad que devuelvan al Perú a un crecimiento potencial de 6% por año.

Pese a ello, el destrabe ejemplifica una de las características centrales de la diversificación productiva, ya que se concentra en actividades específicas y no en sectores. Esta transversalidad no es un detalle insignificante. La diferencia fundamental entre las experiencias de crecimiento de Asia del Este y Latinoamérica es que en la primera el Estado tuvo un rol activo en la promoción de nuevas actividades que incrementaron la variedad de bienes y servicios a producir, mientras que en la segunda el Estado también tuvo un rol activo, pero para subsidiar industrias elegidas de forma arbitraria (y en más de una ocasión, poco transparente o corrupta).

Me permito sugerir dos medidas que podrían ayudar al Gobierno a tomar la iniciativa. La primera es modernizar el sistema migratorio y crear incentivos para atraer expertos extranjeros. En momentos en que países como EE.UU. comienzan a reducir su inversión en ciencia y tecnología y otros, como Venezuela, experimentan una fuga de talento, el Perú tiene la inesperada oportunidad de importar ‘know-how’. Políticos y tecnócratas muchas veces hacen referencia a la ‘economía del conocimiento’, pero rara vez implementan medidas al respecto. Esta es una oportunidad para que algunas de las mejores mentes del mundo vivan y trabajen en el Perú.

La segunda intervención es fomentar la innovación. Parte de esto ya se hace con los fondos concursables que otorga Produce, pero se necesita hacer mucho más. Mark Zuckerberg señaló recientemente en Harvard que el éxito de los innovadores es largamente producto del azar. Por lo tanto, estos no solo necesitan dinero para ejecutar sus ideas sino que también requieren de un plan B en caso de que sus proyectos fracasen. Así como se beca a los alumnos más brillantes, el Estado podría ‘becar’ a los innovadores más promisorios, de tal manera que tengan un soporte en caso de que fracasen. Al final, poco importará cuando 99 innovadores fracasen si es que los retornos del único exitoso compensan las pérdidas.

En su primer año, el Gobierno ha abandonado los esfuerzos de diversificación productiva encabezados por Piero Ghezzi, prefiriendo concentrarse en el destrabe. No obstante, aún está a tiempo de plasmar una visión propia de la transformación productiva que requiere el país. A esto puede llamarlo un plan o un programa, y calificarlo como diversificación productiva, innovación o destrabe. No importa. La etiqueta, al fin y al cabo, es lo de menos.

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