En la colección de autos podemos encontrar icónicos ejemplares como el Chevrolet Chevelle o el Ford Model T. (Foto: Difusión).
En la colección de autos podemos encontrar icónicos ejemplares como el Chevrolet Chevelle o el Ford Model T. (Foto: Difusión).
Gonzalo Carranza

Recientemente, Ford anunció que dejará casi íntegramente de producir automóviles sedanes y deportivos en Estados Unidos. La empresa solo mantendrá su marca Mustang y, según Bloomberg, espera que las ventas de esta categoría representen solo el 10% de su portafolio norteamericano.

La noticia marca un quiebre con lo que podría decirse que fue el propósito original de la compañía en tiempos de Henry Ford y el Model T: hacer accesible el automóvil ligero y familiar a las masas de trabajadores estadounidenses.

La decisión de Ford se basa en un profundo cambio estratégico. La empresa busca mejorar sustancialmente sus márgenes enfocándose en sus modelos más exitosos y lucrativos de los últimos años: las camionetas SUV, las pickups y los vehículos comerciales. Su conclusión es que la preferencia del público en Estados Unidos por los tradicionales sedanes y los autos deportivos ha caído, a favor de autos más grandes y potentes, aunque con mayor consumo de combustible.

A favor de la decisión de Ford juegan algunos factores de corto plazo. Por ejemplo, desde finales del 2014 se registró una fuerte tendencia a la baja en los precios del petróleo. A pesar de que en el segundo semestre del año, estos comenzaron a subir, aún están lejos de los picos por encima de los US$100 por barril vistos en años anteriores.

A ello se suma el nuevo ánimo regulatorio de la administración Trump, dispuesta a flexibilizar los estándares de control de emisiones de CO2, los cuales encarecen precisamente las gamas de vehículos en las que Ford se enfocará.

La otra cara de estos factores muestra riesgos para la decisión anunciada: si el precio del petróleo siguiera escalando hasta llegar de nuevo a máximos históricos o si, en enero del 2021, un presidente con mayor conciencia ambiental reemplazara a Trump en la Casa Blanca, Ford podría quedar en posición adelantada, con consumidores regresando a los sedanes de consumo económico, pero una empresa casi sin líneas para producirlos ni innovaciones recientes. Una situación que sus competidores asiáticos y europeos sin duda aprovecharían.

La automotriz, sin embargo, dice estar preparada incluso para ese escenario pesimista, gracias a inversiones en tecnología que reducen el consumo y las emisiones, así como a un impulso a los autos eléctricos que el presidente ejecutivo de la empresa, Bill Ford (bisnieto de Henry), describió usando un término del póker: “all in”.

Ford no está sola. Como también recuerda Bloomberg, Fiat-Chrysler había anunciado la misma estrategia para sus operaciones de EE.UU. previamente. Mientras el foco de la atención de muchos observadores del mercado automotor de EE.UU. está puesto en la revolucionaria (y volátil) Tesla, el tradicional emporio de Detroit también busca reinventarse.

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