Las lecciones que deja a las empresas el caso Graña y Montero
Las lecciones que deja a las empresas el caso Graña y Montero

La asociación de Graña y Montero (GyM) con Odebrecht ha hecho añicos la reputación de la primera, una de las empresas más grandes y admiradas del país, que ostenta un lugar prominente en el Índice de Buen () de la Bolsa de Valores de Lima. 

Desde noviembre pasado, las acciones de Graña y Montero han perdido el 70% de su valor y remecido los cimientos empresariales peruanos. Pues, ¿cómo una empresa líder en BGC y premiada por ello en múltiples foros internacionales no pudo avizorar las consecuencias negativas de su unión con una empresa acusada por corrupción como la brasileña?

FALLAS DE CONTROL
En junio del 2015, el presidente de Odebrecht, Marcelo Odebrecht, fue encarcelado por la justicia de Brasil por el delito de soborno. Sin embargo, tres meses después, Graña y Montero anunció su ingreso al Gasoducto Sur Peruano (GSP), como socio de Enagás y de Odebrecht. ¿Por qué esta polémica decisión?

Hoy se sabe que la constructora peruana apuntaba a sacar beneficio de los problemas de Odebrecht. De hecho, sus acciones escalaron 9,24% al día siguiente de confirmarse su participación en el GSP. Pero desde diciembre la historia cambió, tras las confesiones de Jorge Barata, ex director ejecutivo de la brasileña en el Perú. 

La lección de esta ‘aventura’, según Aldo Ferrini, gerente general de AFP Integra, es que las empresas al momento de invertir deben poner más atención a las variables no financieras: reputación, cuidado ambiental y responsabilidad social, tres variables que forman parte de las políticas de BGC.

Pero no se trata de un caso aislado. Para Enrique Castellanos, profesor de Finanzas de la Universidad del Pacífico (UP), el riesgo reputacional es un problema para la mayoría de las organizaciones del país, que no evalúan de manera adecuada a sus socios, clientes y proveedores.

“No solo GyM tiene un problema de gobierno corporativo, lo tienen las constructoras, los bancos y hasta las consultoras. Si tienes sospechas de que  una empresa no opera de forma ética, no debes contratar con ella”, afirma.

Al respecto, Baltazar Caravedo, experto en responsabilidad social de la UP, coincide en que hubo una falla de gobierno corporativo en el caso Graña y Montero, pero se trata de un problema más complejo que trasciende a la sociedad.

“El asunto de fondo es que no le hemos dado importancia a la dimensión ética (...). Las empresas tienen que ir más allá de identificar los impactos relacionados con rentabilidad-utilidad y eso implica que beneficien o perjudiquen a su propia organización. Ese salto aún no se ha hecho”, refiere. 

Por ello, Castellanos sostiene que todas las compañías deberán ajustar o levantar la valla a sus prácticas de BGC . 

“¿Cómo te metes a contratar con alguien que ya sabías que tenía un problema penal en Brasil?, y ¿cómo contratas con alguien que tenía un fama un poco cuestionada? Por eso no creo que se trate de establecer más normas, sino ejecutar las que ya existen”, dice Castellanos.

En ese sentido, Caravedo señala que lo sucedido con GyM representa una oportunidad para repensarlo todo y alentar desde el sector empresarial la transformación de las empresas en sus propósitos y formas de hacer negocios para evitar que la corrupción vuelva a cobrar protagonismo.

BUEN GOBIERNO CORPORATIVO
Cinco son los componentes del buen gobierno corporativo: La capacidad prospectiva y estratégica, que está vinculada a la imagen y reputación de la empresa; la transparencia; la rendición de cuentas; el trato equitativo a los accionistas y el comportamiento socialmente responsable.

 En el 2015, las empresas inscritas en la Bolsa de Valores de Lima (BVL) disminuyeron sus calificaciones de Buen Gobierno Corporativo frente al 2014, según el estudio La Voz del Mercado, que realiza cada año la BVL y EY.

Solo el 10% de las empresas de la BVL estuvo interesada en medir sus prácticas de buen gobierno en el concurso que organiza la BVL y EY.Las lecciones del caso GyM

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