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¿Quién quiere ser presidente?
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Nos merecemos una serie de Netflix”, “uno no puede ni pestañear media hora”, “ser peruano no es para cualquiera”. Más de uno repitió el jueves pasado alguna de estas frases cuando el hoy presidente José Jerí, que ingresó al Congreso por la inhabilitación de Martin Vizcarra –antepenúltimo presidente vacado–, terminó asumiendo al cargo de presidente de la República entre gallos y medianoche. Esto, a pesar de que meses atrás dijo que, de presentarse un escenario de vacancia, él desistiría de asumir la presidencia de la República.

Recordaris aparte, al cierre de esta columna aún no se tenía claro quiénes conformarían el Gabinete ministerial del presidente Jerí. Para el MEF se barajan al menos dos nombres, y la presencia de Raúl Pérez Reyes en Palacio de Gobierno alentó –al menos durante el viernes por la tarde– la suposición de que retornaría a Jirón Junín. A pesar de que este nuevo escenario de inestabilidad política nos alcanza en un buen momento –inflación baja y altos términos de intercambio–, preocupan algunos temas que el titular de la cartera de Economía tenía pendientes, como el caso Petro-Perú, el ajuste del gasto estatal, la firma de adendas, entre otros; todos, temas que quien asuma la cartera deberá navegar en el escenario preelectoral. Hacia afuera, aunque los inversionistas que apuestan por el Perú ya tienen absorbidos los riesgos políticos, no está bien que contabilicemos ocho presidentes en 10 años. Y, aunque desde afuera pueda considerarse que como país no nos tiembla la mano frente a nuestras autoridades, solo nosotros sabemos y convivimos con la creciente desilusión que sentimos por nuestra clase política.

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Maro Villalobos

Aunque la afectación económica de este impasse no se verá en el corto plazo, el diagnóstico de los entendidos en la materia es unánime: la institucionalidad y la mirada de largo plazo están en juego. A nivel de inversiones, ¿quién se animaría a hacer negocios con un país tan inestable? Y, a nivel de hogares, quizá veamos a más personas ‘guardando pan para mayo’ que apostando por un crédito o realizando compras. Siendo nuestro país el resultado de una innegable debilidad y precariedad institucional, no podemos calificar lo que viene sucediendo en los últimos años como accidentes políticos. De cara a los meses que vienen más vale hacer las cosas bien, porque las consecuencias pueden ser inmediatas.

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