(Foto: Archivo)
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Redacción EC

En el mundo internacional existe el debate (y a veces la esperanza) de que las potencias o líderes del mundo occidental abracen causas a favor de promover regímenes democráticos y basados en el

En los últimos días, EE.UU., a través de sus portavoces y el propio presidente , han puesto a contra la pared, desconociendo el mandato de , que ha sumido al país en un descontento económico, político y social.



Ante esta situación, la comunidad internacional está a la expectativa de los mecanismos a utilizar para ejercer la presión suficiente al entorno político de Maduro (parte de su buró y la cúpula militar) para que dé un paso al costado. Se espera que el uso de mecanismos -como sanciones económicas- genere un impacto negativo en la población y esto agudice la necesidad que el líder de facto ceda su puesto. 

Sin embargo, pareciera que los mecanismos de corte económico están un poco desgastados. El Departamento de Estado de los Estados Unidos ha venido imponiendo sanciones de corte económico y taxativo tanto a Venezuela, como a Maduro desde el año 2014. Aun así, hemos visto que su poder político dentro del territorio venezolano no ha disminuido, y esto lo demuestra en su alianza con la cúpula militar. Imponer sanciones de corte económico generaría un impacto directo entre sus pobladores, que ya de por sí están sufriendo los estragos de un modelo que colapsó.

Por otro lado, los líderes mundiales enfrentan una serie de dilemas en cuanto a definir una posición clara frente al tema. Primero, EE.UU., a pesar de las últimas declaraciones, mantiene una relación con Venezuela a través de la compra de petróleo. Según estadísticas del 2017 del International Trade Centre, EE.UU. sigue siendo el primer comprador de petróleo venezolano. ¿Tendrá clara Trump la estrategia de no comprar dicho recurso necesario para el desarrollo de la economía americana?

Asimismo, en la experiencia de bloqueos económicos, la Federación Rusa también sufre de uno ante sus pretensiones de invadir Ucrania desde el 2014. Vladimir Putin, quien ha dado su respaldo a Nicolás Maduro, ha reconfigurado su estrategia potenciando la Unión Económica Euroasiática con resultados limitados. Recién después de casi cinco años de sanciones se han comenzado a ver estragos en la economía rusa. Sin embargo, las pretensiones del avance ruso no han disminuido.

Finalmente, China, que en la actualidad ha comenzado una con EE.UU., ha mostrado una posición a favor del régimen en Venezuela. ¿Qué complejidades podría traer esto a EE.UU. si China posiciona un mayor interés en defender a Venezuela?

Toda esta teleraña de interrelaciones, sobre todo en una economía globalizada, hace que las sanciones económicas sean cuestionables en sus efectos prácticos. En este caso, la suspensión de EE.UU. de comprar petróleo no presenta un escenario sólido que resulte en la salida del régimen chavista. Se piensa que dicha medida podría generar un impacto en el corto plazo, pero en el largo plazo pueden causar más daño en la población. 

Por último, el Grupo de Lima, con el apoyo de la comunidad internacional, ha indicado y celebrado el establecimiento de sanciones económicas. Sin embargo, ante crisis de dicha magnitud, no están presentando propuestas que permitan dar paso a modelos de transición a favor de desarrollar regímenes democráticos y de reformas liberales. Y lo lamentable es que existiese, de ambas partes, una negativa a desarrollar lo último.

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