Elon Musk o cómo duele estar junto a alguien tan arriesgado
Elon Musk o cómo duele estar junto a alguien tan arriesgado

(Bloomberg) -  se juega mucho con su plan para fusionar a Tesla Motors Inc. con Solar City Corp... también una gran porción de su fortuna de US$8.300 millones. Podría estar mejor si abandonase la endeudada instaladora de paneles solares y se concentrase en convertir a Tesla en una empresa rentable. Pero hace mucho que Musk pone su dinero en sus visiones grandilocuentes, como despegar el mundo de los combustibles fósiles y colonizar Marte, y a veces se queda con muy poco dinero y cerca, según él mismo admite, de la bancarrota personal.

“Tiene agallas, se lo reconozco”, dijo Ross Gerber, máximo responsable de Gerber Kawasaki Wealth & Investment Management, que tiene una posición de US$5 millones en Tesla y recientemente anduvo vendiendo sus acciones. “Él empuja mucho a sus empresas para adelante, pero Elon podría implosionar”.

Así las cosas, sólo el 4 por ciento de su fortuna está atado a SolarCity, de la cual es presidente y principal accionista. La empresa viene consumiendo dinero a un ritmo prodigioso y, según presentaciones ante el ente regulador, se acerca a un default de sus US$3.000 millones en deudas. Si no se concreta la adquisición propuesta por Tesla y SolarCity se consume, Musk sufrirá un golpe relativamente menor.

US$779 millones

Fue lo que pasó el jueves, cuando su fortuna, en los papeles, retrocedió US$779 millones, según el Índice de Multimillonarios de Bloomberg. Esto ocurrió debido a dos factores: caídas en los precios de las acciones de las empresas y la presentación ante el ente regulador del miércoles, que mostró que Musk puso US$489 millones adicionales de sus acciones en Tesla y SolarCity como garantía para préstamos personales. Se eliminan del cálculo de su fortuna neta total las acciones comprometidas porque no están inmediatamente disponibles para él. El préstamo es para liquidez personal; él ni siquiera acepta el salario mínimo de US$37.584 que Tesla está obligada a pagarle.

Si bien la perspectiva de una fusión es polémica —algunos analistas e inversores la ven como un rescate costoso de SolarCity— Musk dijo que está más empeñado que nunca en lograrla. Explicó que los clientes se beneficiarán por tener un solo lugar donde comprar e instalar paneles solares, almacenar energía y cargar autos eléctricos. Muchos accionistas lo apoyan.

Musk es famoso por su alta tolerancia a los riesgos. Invirtió en Tesla y SpaceX los US$180 millones que ganó en 2002 con la venta de PayPal, del cual fue uno de los cofundadores, a EBay Inc. Para 2008, ambas se estaban quedando sin gasolina: Tesla sufría una hemorragia de dinero y los primeros tres cohetes lanzados por SpaceX no alcanzaron la órbita. Pero en diciembre de ese año, tras el impecable cuarto vuelo de SpaceX, la NASA anunció que la empresa había obtenido un contrato por US$1.600 millones para transportar cargas a la Estación Espacial Internacional. Sobre el final de la Nochebuena, Tesla cerró una ronda de financiamiento fundamental y se salvó por pocas horas de la bancarrota.

“Ningún nivel de riesgo es demasiado alto para Elon Musk”, dijo Mike Ramsey, analista de Gartner Inc. “Eso está totalmente claro. Está completamente metido en el juego”.
El jueves, cuando explotó el cohete de SpaceX sobre una plataforma de lanzamiento de Florida lo primero que probablemente se pensó fue que gracias a Dios no había astronautas a bordo.

Quizás lo segundo haya sido: ¿Quién va a pagar todo esto?

La idea de asegurar una carga útil carísima puesta sobre una bomba grande no era la principal inquietud cuando se lanzaba al espacio a los astronautas de los programas Mercury, Gemini y Apolo durante el auge de la aventura espacial de Estados Unidos e incluso en los años de los pesados transbordadores espaciales y las posteriores tragedias sufridas por el Challenger y el Columbia.

El inconsciente colectivo se ocupó más de las vidas perdidas que el costo para los contribuyentes.

Pero ahora que Estados Unidos cedió sus incursiones a la última frontera a los intereses comerciales y los emprendedores ostentosos, el tema más prosaico de los seguros se transformó en una cuestión central cuando ocurren desastres.

Resulta que hay una forma de conseguir una póliza para esta actividad. Algunas de las empresas de mayor tamaño, entre ellas American International Group (AIG), Munich Re, Swiss Re y Allianz, cuentan con unidades que ofrecen seguros espaciales.

AIG dice ser una de las pocas aseguradoras capaces de ofrecer una póliza de hasta cinco años, como también una que comienza dos años antes del lanzamiento. La empresa con sede en Nueva York participó de una póliza para la nave espacial de Virgin Galactic, la empresa de Richard Branson, que chocó en 2014.

Pero en el caso de Elon Musk, cofundador de SpaceX (o Space Exploration Technologies), no compró una póliza de seguro para el cohete Falcon 9 que explotó en Cabo Cañaveral, según una fuente del sector.

La empresa del multimillonario iba a lanzar un satélite llamado Amos 6, construido por Israel Aerospace Industries, una empresa de defensa de capital cerrado operada por la compañía israelí Space Communications.

El satélite estaba asegurado con una póliza de casi 300 millones de dólares, dijo la fuente, que solicitó el anonimato porque no estaba autorizada a hablar en público. SpaceX no quiso hacer comentarios.

El accidente de SpaceX es un golpe para la empresa de Musk por los costos financieros inmediatos y porque puede posponer futuros lanzamientos, dijo Peter Elson, director de operaciones del equipo aeroespacial de la corredora de seguros Jardine Lloyd Thompson Group. “Fue una pérdida inusual para SpaceX”, dijo él.

“Muchos lanzamientos salieron mal en los últimos 50 años, pero vimos muy pocos cohetes explotar en operaciones de rutina antes del lanzamiento”.

Que ocurra una explosión antes del lanzamiento es rarísimo, concordó Marco Cáceres, un analista de estudios espaciales de Teal Group.

DECEPCIÓN

El fracaso también constituye un revés para las aseguradoras que dieron la talla y aportaron la cobertura, dijo Elson.

Hay un puñado de empresas especializadas que ofrecen pólizas para antes de los lanzamientos; una de ellas, llamada Pembroke, es la líder del mercado, según Elson. 

Pembroke está afiliada a Ironshore, una empresa fundada por antiguos ejecutivos de AIG que realizaron una oferta pública inicial en Estados Unidos.

Es la segunda nave espacial que pierde la empresa de Musk en poco más de un año.

El satélite iba a transmitir servicios de internet al África Subsahariana junto a Facebook y Eutelsat para conectar a personas en puntos remotos del planeta.

El máximo responsable de Facebook, Mark Zuckerberg, dijo en una publicación online que está “profundamente decepcionado por saber que el lanzamiento fallido de SpaceX destruyó nuestro satélite, que habría llevado conectividad a muchos emprendedores y a todos los demás por todo el continente”.

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