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Secretos de un emprendedor: La clave es la pasión - 2
Paola Villar S.

Nací en Filadelfia, EE.UU, en 1949. He fundado seis compañías, escrito cinco libros  y ahora entreno profesionalmente a gerentes de todo el mundo. Además, he participado en 89 maratones y 15 triatlones Ironman en los cinco continentes.

A los 13 años Jack Daly fundó su primera empresa en Filadelfia. Empezó como repartidor de periódicos y atendía a 32 clientes. En un año ya tenía más de 275 clientes y contratado a cinco adolescentes de su edad para ampliar sus operaciones. 

Para él, este fue el camino que lo llevó a lograr una serie de éxitos, como dirigir una compañía con ganancias de US$42 millones al año o escribir libros considerados ‘best sellers’ en Amazon. 

—¿Cómo se animó a trabajar desde tan joven?
Siempre he tenido mucha energía. Soy el mayor de cinco hermanos, pero nadie en mi familia siguió el mismo rumbo que yo. A los 12 años, era cadi en un club de golf y todos los que jugaban eran personas exitosas, con autos y casas de lujo. Yo venía de una familia pobre y me propuse ser como ellos.

— ¿Qué fue lo más importante que le enseñó ese trabajo?
Mi labor era cargar sus maletas alrededor de las canchas de golf, así que aproveché esos momentos para hacerles muchas preguntas. Les preguntaba cómo es que consiguieron el éxito y qué tendría que hacer una persona como yo para ser exitoso. Ellos me decían: “Debes tener metas, escribirlas y compartirlas con los demás; luego, poner fechas límites de cuándo debes cumplirlas”. Así que desde niño ya tenía claro dónde quería estar en el futuro.

—¿Y qué deseaba de niño?
No eran metas muy lejanas a lo que he logrado. Primero, me propuse ser exitoso en el plano financiero antes de los 30 años. Escribí también que, a esa edad, ya debía ser el CEO de alguna compañía grande y conocida en todo el país, pero debía ser mía. Las otras dos eran cumplir con mi educación y tener una familia. Escribí todo eso e hice planes para conseguirlo.

—En sus exposiciones resalta la importancia de la disciplina. ¿Cuánto se relaciona eso con su pasión por los deportes? 
La disciplina lo es todo. Mucha gente solo reacciona y espera a que la vida les ocurra, pero en mi caso mi vida está diseñada. Tenía una imagen muy clara de cómo quería que fuera y para seguir ese camino necesitaba tener un panorama claro. Fue así que logré correr 89 maratones y 15 carreras Ironman en los cinco continentes y, al mismo tiempo, equilibrarlo con mi trabajo. 

“Tanto las maratones como las competencias Ironman se presentan como un gran paralelo a ser un CEO”.

—Participó incluso en el Ironman de Kona, el principal campeonato de este tipo en el mundo... 
Fue mi decimotercera experiencia de Ironman, a la que clasifiqué y corrí en el 2013. Para entrar tienes que haber calificado en carreras anteriores. Es legendaria por sus vientos y por el calor; a mí me costó mucho. Pero una vez que terminé las pruebas de natación y ciclismo, me di cuenta de que tenía tiempo suficiente para completar la maratón de 42K, así que decidí “disfrutar” de la carrera caminando, mientras sonreía y chocaba las manos con los espectadores. Dieciséis horas después de comenzar crucé la meta.

—Muchos CEO corren maratones. ¿Está relacionado con el éxito en los negocios?
Tanto las maratones como las competencias Ironman se presentan como un gran paralelo a ser un CEO por siete cualidades: tener una visión, un libro de jugadas; una formación adecuada, practicar y prepararte constantemente, hacer mediciones, tener características de entrenador, darle importancia a estar en forma y, finalmente, una actitud positiva.

—Ha fundado seis compañías en 20 años pero no ha mantenido ninguna de ellas. ¿Por qué?
Era entretenido e interesante, pero a la larga me aburría. Soy una persona de muchos cambios; me gusta intentar nuevas cosas. Por eso aproveché gran parte de mi tiempo en correr maratones, jugar golf y ahora en ser orador. En un principio, esta labor no se presentó como una buena fuente para hacer dinero y tampoco tenía la experiencia, pero sí tenía mucha confianza. 

—El ritmo de vida que sigue debe haber sido complicado para su familia…
Nunca es algo fácil. Bonnie y yo llevamos 47 años de matrimonio. Nos conocimos cuando yo tenía 16 años, pero hay muchos momentos en los que no nos veíamos porque me iba a trabajar antes de que se levantara y regresaba a casa después de que se acostaba. Cuando estaba estudiando en mi época de veinteañero, me la pasaba en la escuela; solo la veía 7 horas a la semana. Y así fue por dos años. ¿Vale la pena ese sacrificio para ser exitoso? Es algo que cada persona debe decidir. En cuanto a mis hijos, nunca les faltó nada pero tampoco fue fácil el equilibrio. Tengo dos hijos: uno de 38 años y el otro de 45. El menor cometió muchos errores que me rompieron el corazón. Estuvo en prisión tres veces, vivió en las alcantarillas, tuvo una seria adición a las metanfetaminas que casi acabaron con su vida, pero logró levantarse. Ahora cuenta su pasado a quienes necesitan escucharlo. Es un claro ejemplo de que puedes cometer errores, pero debes  aprender y salir de ellos.

—¿En el mundo empresarial también es recomendable cometer errores?
Todas –absolutamente todas– las personas que hacen algo grande en la vida fallan numerosas veces antes de lograr su cometido. Steve Jobs incluso fue despedido de su propia compañía, pero logró levantarse e hizo historia. Michael Jordan falló más lanzamientos de los que logró, pero siempre será recordado por sus triunfos. No puedes preocuparte solo por tus fallas, porque así pierdes el sentido: debes salir e intentarlo de nuevo.

—¿Se le puede enseñar a alguien a ser exitoso? 
Enseñarle es posible. Pero ¿todos pueden alcanzar el éxito? La respuesta es no. Y la razón no tiene que ver con los negocios, sino con las personas. Deben tener la capacidad de levantarse cada vez que fallen. Cuando escuchen que no pueden lograr algo, deben tener la pasión todos los días, a toda hora. Si tienen eso y además ética en su trabajo, conseguirán todo lo que el plan les indique. 

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