Esta vez podría bastar con que Zavala tire una moneda al pozo de los deseos de Santa Rosa de Lima el próximo 30 de agosto. (Foto: Congreso de la República)
Esta vez podría bastar con que Zavala tire una moneda al pozo de los deseos de Santa Rosa de Lima el próximo 30 de agosto. (Foto: Congreso de la República)
Gonzalo Carranza

Por tradición, el mensaje de 28 de julio suele ser esperado por los agentes económicos, pues no es raro que sea la ocasión escogida para hacer algún anuncio que influya en la confianza de empresarios y consumidores. Allí está, como recordatorio, el anuncio de la estatización de la banca, que ayer cumplió 30 años.

Sin embargo, el discurso de no estuvo marcado por las grandes novedades económicas, aun cuando la preocupación por la desaceleración fue palpable e, incluso, protagonista de un mea culpa. La respuesta al ‘frenazo’ se articuló en el mensaje alrededor de tres ejes ya conocidos: destinar S/1.800 millones a obras de prevención y rehabilitación como parte de la reconstrucción con cambios; seguir reorientando recursos para impulsar la inversión pública, mientras se trabaja en mejorar su ejecución; y destrabar iniciativas de inversión privada y APP. A ello se sumó una novedad: destinar S/700 millones (0,1% del PBI) a aliviar la situación de poblaciones vulnerables, en especial aquellas golpeadas por El Niño costero.

A esto se sumaron menciones a componentes del Plan 150 Mil, lanzado en marzo, como el proyecto de ley para incentivar el empleo juvenil (atracado hace meses en la Comisión de Trabajo del Congreso) y el impulso a las pymes con facilidades crediticias y compras estatales. Y, como tema aparte, el mandatario volvió a mencionar su preocupación por el alza de la evasión en el IGV (que alcanzaría el 35%), pero no adelantó detalles de los cambios al sistema de pagos adelantados de este impuesto, los cuales serán recibidos con poca simpatía por el sector empresarial.

Más que el 28 de julio, entonces, la fecha clave para las expectativas económicas sería la última semana de agosto, cuando se conocerán, casi en simultáneo, la primera versión del plan para la reconstrucción con cambios y el nuevo Marco Macroeconómico Multianual (MMM) del MEF.

Tras su presentación, el plan de la reconstrucción con cambios recibirá los comentarios de las autoridades subnacionales, el Congreso y la sociedad civil, en un proceso que permitirá dimensionar con mayor precisión su impacto en la reactivación de las economías regionales del norte e identificar oportunidades de inversión concretas.

Por su parte, el MMM –que no pecará del exceso de entusiasmo que caracterizó a las ediciones publicadas por el MEF de Alfredo Thorne– dará claves para evaluar cuán delicada es la actual situación fiscal, así como para precisar las medidas que tomará Fernando Zavala para impulsar el gasto público y mejorar la recaudación tributaria.

Si en 1990, el también primer ministro y titular de Economía, Juan Carlos Hurtado Miller, nos encomendó a la ayuda de Dios para retomar el rumbo económico, esta vez podría bastar con que Zavala tire una moneda al pozo de los deseos de Santa Rosa de Lima el próximo 30 de agosto.

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