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A raíz de la crisis financiera del 2008-09, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) adoptó una serie de medidas para estimular la recuperación de la economía y de los mercados financieros estadounidenses. Tras agotar la posibilidad de mayores reducciones en su tasa de referencia al haber llegado a un nivel de 0%, la inició un proceso de compra de activos como bonos del Tesoro de Estados Unidos y bonos garantizados por deuda hipotecaria, más conocidos como ‘mortgage-backed securities’ (MBS). Esta iniciativa, también conocida como ‘quantitative easing’ (QE) se dio hasta en tres etapas (QE1, QE2 y QE3), llegó a niveles de compras de títulos por US$85.000 millones (‘billions’, en inglés) mensuales y representó un importante soporte para la recuperación de la economía estadounidense, así como una fuente de liquidez inmensa para los mercados de capitales a nivel mundial.

A inicios del 2013, Ben Bernanke, en ese momento presidente de la FED, anunció el denominado ‘tapering’, a través del cual se iniciaría un proceso paulatino de reducción en las compras de activos. Este anuncio trajo consigo un incremento importante de la volatilidad en los mercados e inició el proceso de salida de flujos de mercados emergentes que desencadenó una caída importante en los mercados de acciones y la depreciación de monedas en dichas economías. Sin embargo, a pesar del ‘tapering’, el balance de la FED siguió creciendo, llegando a niveles cercanos a los US$4,5 billones (millones de millones o ‘trillions’, en inglés).

La semana pasada, las minutas de la última reunión del directorio de la FED revelaron que esta entidad considera que la economía estadounidense se ha recuperado y ha llegado el momento apropiado para reducir el tamaño de su balance. En la práctica, la FED no saldrá a vender activos, sino más bien dejará de reinvertir el 100% del efectivo proveniente del vencimiento y cupones de los activos que tiene en su balance y definirá unos límites mensuales para realizar estas reinversiones. Estos límites se revisarán al alza cada tres meses, hasta llegar a un monto definitivo que dejará de reinvertirse mensualmente hasta llegar a cierto nivel objetivo.

Este ha sido solo un primer anuncio al mercado y no se han detallado ni los límites iniciales ni las posteriores alzas del plan. Tampoco se ha comentado la fecha de inicio de este proceso hacia la normalización ni el tamaño objetivo del balance que desea mantener la FED. Un análisis simplista podría suponer que esta mayor oferta de instrumentos ante una menor demanda por parte de la FED tendría como efecto generar un alza importante en las tasas de interés; sin embargo, el mercado no ha sobrerreaccionado y está a la espera de tener mayor información.

Seguramente los detalles del plan se irán haciendo públicos luego de las próximas reuniones del directorio de la FED y esto generará cierta ansiedad en los mercados de capitales. Sin embargo, todo indicaría que no se quieren repetir los errores del ‘tapering’ y se buscará que este sea un proceso bastante anunciado a través de una reducción paulatina de su balance, a fin de no generar mucha disrupción en los mercados.

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