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María Rosa Villalobos

Cuando Humberto Enrique Rodríguez, fundador del Grupo Sala, inició su negocio en 1996, la idea de la sostenibilidad era poco tangible. De hecho, la idea de hacer rentable el uso de era, todavía, bastante lejana. El ejecutivo colombiano compartió con El Comercio su experiencia durante el World Entrepreneur of the Year Award de .

Tu empresa es un negocio del siglo XXI, pues se avoca a la sostenibilidad y a la generación de energía a través de residuos. ¿Cómo nace la idea?
Lamentablemente, los latinoamericanos vivimos obsesionados con el pasado. Si miramos al futuro, como los asiáticos, vamos a encontrar que podemos ser disruptores y no disruptados.

Cuando fundé la empresa en 1996, mi objetivo era colocar en el corazón de la gente de negocios el tema de la sostenibilidad. La relación entre el hombre y la naturaleza me preocupa mucho.

¿Por algo en especial?
Nací en Cartagena, una ciudad muy mágica pero que tiene el segundo nivel de pobreza más grande de Colombia. Comencé a notar que lo que me rodeaba estaba contaminado. Estudié arquitectura, y allí es donde veo que la relación entre el hombre y la naturaleza es importante.

Además, noto también que la pobreza y al desigualdad tienen que ver con el deterioro ambiental. Entonces, me dije: si desde chico he querido generar un impacto en el mundo, en lugar de construir edificios, voy a minimizar el impacto de residuos en Colombia.

¿Residuos industriales?
De todo tipo. Arranqué con residuos urbanos, pero algo importante para continuar con mi camino es la regulación. Yo mismo he tratado de hacer los cambios en la regulación de mi país para ajustarnos a lo que está pasando internacionalmente. Es un trabajo duro.

¿Cómo lograste hacerlo rentable?
Construimos eco-parques. La idea es: si somos ambientales, impactemos un solo lugar pero que esté cerca a una ciudad. Ese lugar tiene que tener todas las soluciones ambientales posibles para esa ciudad. Me doy cuenta que los primos clientes son las multinacionales, porque están interesadas en el tema de regulación. Luego, están las empresas a las que les interesa cumplir la normativa, y también están los operacionales. Estos últimos son los que terminan siguiendo los pasos de las grandes compañías.

En los primeros 20 años de vida la compañía, la preocupación era minimizar el impacto ambiental. Hoy, queremos aprovechar los residuos.

¿Cuántos eco-parques manejan actualmente?
Nueve, ocho en Colombia y uno en Panamá.

¿Piensan aterrizar en otro país de América Latina?
Graña y Montero me ha buscado dos veces para llevarlo al Perú, pero siempre les he dicho que tengo mucho por hacer en Colombia todavía.

Solamente el 60% de la basura en Colombia es tratada. Hay todavía un 40% que se tiene que trabajar. Con el crecimiento frenético que ha tenido mi compañía –vengo creciendo 15% hace 11 años en ingresos y EBITDA-, no he tenido tiempo de salir. Además, no soy una franquicia. Los eco-parques son mi sueño, y los manejamos directamente.

Es un modelo de negocio altamente escalable.
Sí. Como dices, es un negocio del futuro. Tenemos que ser sostenibles. Por ejemplo, hay que luchar contra el plástico en el mar. Colombia tiene la segunda biodiversidad más importante del mundo, pero tiene el segundo mar más contaminado que es El Caribe, y somos uno de los países más frágiles al tema del cambio climático, según las Naciones Unidas.

El uso del plástico viene siendo regulado en el mundo. El año pasado se aprobó una regulación en Reino Unido que obliga a los comercios a cobrar por las bolas de plástico que dan a los consumidores. En el Perú, estamos comenzando a hablar del tema y a generar regulación en el Congreso.
En India ya decidieron que en el 2022 habrán cero bolsas plásticas. Esto, porque la situación va de mal en peor. Hay una proyección que indica que al 2050, va a haber más plástico que peces en el mar Caribe. No podemos dejar que eso suceda. Además, la contaminación también impacta negativamente a las aves que viven en los océanos.
Tenemos que crear conciencia de que estamos sobre-poblados. Somos muchas personas, y nosotros mismos contaminamos.

¿Qué tipo de energía se produce en los eco-parques?
Cuando me entregan los residuos, realizamos un programa que se llama ‘total waste management’. Esto es, separar los residuos y lo que se puede vender al mercado, lo vendo como viene.

Lo demás, lo procesamos mediante incineración, autoclave, microndas, pre-tratamientos de todo tipo y pirólisis para llantas y plásticos. Esto último, por ejemplo, se trata de un proceso de gasificación que re-convierte [ las llantas y el plástico] en petróleo de menor capacidad, pero que puede ser revendido porque se usa para transporte marítimo.

¿Qué otro tipo de proyectos manejan?
Tenemos un proyecto de baños portátiles, que es algo que se puede hacer en el Perú. Lo estoy estudiando. Viajé a Pompeya y me di cuenta que las casas no tenían baño. Ahora, el 15% de las ciudades urbanas en Colombia no tienen baños. Esto, porque están en zonas de difícil riesgo o ilegales. Entonces, lo que hago es llevar los baños portátiles –que utilizan batería- a esas zonas y hacemos dos cosas. Generamos agua limpia y manejamos el tema del alcantarillado.

Haciendo eso, encontramos un estudio que se hizo en Colombia, que indica que existe una relación directa entre la falta de agua y saneamiento y la deserción escolar. Y es que los chicos no pueden asearse diariamente para ir al colegio, y tienen problemas de salir.
Hemos escogido un barrio muy vulnerable en Cartagena y estamos dividiéndolo en dos. Vamos a analizar, en el sitio donde vamos a colocar los baños, el impacto en la salud.

¿No tienen otros pilotos?
Sí, pero el gobierno tiene la intención de lanzarlo nacionalmente con nosotros.

¿Cómo se hace la limpieza del agua?
Hay camiones que vienen con agua limpia para llenar los tanques. Tienen un sistema de succión que limpia el alcantarillado. Entonces, echan agua limpia en un contenedor y limpian el alcantarillado con agua y algunos químicos. Esto, todos los días. Los municipios tienen un presupuesto de saneamiento básico, y con eso trabajamos el proyecto. El gobierno dice que si esto funciona y si tiene impacto, creo que habrá un futuro enrome.

Si este proyecto funciona en Colombia, impactaríamos a 4 millones de colombianos [de los 45 millones que existen actualmente]. La idea es que cualquier empresa de acueductos pueda utilizar esta tecnología.

Entonces, ustedes dan las tecnologías y el gobierno lo subsidia.
Exacto. Esto, sin embargo, no fue fácil porque nos llevó dos años cambiar la legislación. Ahora, la norma regulatoria contempla el término “baño portátil”.

Hay mucho por hacer. Si vemos la basura de Colombia o Perú, sólo llegamos a reciclar entre el 16% o 17%. Pero, por ejemplo, hay que tener en cuenta que el 70% de la basura que botamos es orgánica.

¿Qué se puede hacer con ello?
Existe una tecnología que se llama bio-digestión. Hay una empresa de Alemania que recibe los residuos y separa los orgánicos de los metales. Los primeros, los mete a un planta con bacterias, lo que genera gas.

Vamos a hacer un piloto en Cali con una empresa colombiana y con la empresa Alemana para ver si podemos hacer este negocio rentable. Si no lo es, tendremos que hacer lo que se hace en Suiza. Actualmente, los rellenos sanitarios le cobran a cada casa US$4 dólares en Colombia por el servicio. Nosotros proponemos que se cobre US$8, que sigue siendo poco, y con los US$4 que quedan, armar un fondo para pagarle a aquellos que tomen los residuos orgánicos y los conviertan en energía.

¿Ya existe un piloto?
No, todavía lo estamos desarrollando, pero estamos apuntando, por ejemplo, a las plazas de mercado. Existen 80 toneladas diarias de basura orgánica. Hay que pensar en el futuro, cómo volver los residuos en energía.

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