(Foto: Reuters)
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Después de tres años alejado de las entrevistas en la televisión estadounidense en su conocido programa “Late Show”, David Letterman cambia de “canal”. Su nuevo programa en Netflix se compone de una serie de entrevistas con diversas personalidades que se denomina “Mi siguiente entrevistado no necesita presentación” (“My Next Guest Needs No Introduction”). El primer invitado: Barack Obama.

Es la primera aparición de Barack Obama en un ‘talk-show’ luego de dejar la presidencia de Estados Unidos con uno de los índices de popularidad más altos en las últimas décadas. Entrevistado y entrevistador, conectados sin dejar la agudeza y chispa de lado, se revelan ante el público a través de opiniones sobre diversos temas. El más importante para nosotros hoy, en un contexto de cambio de gobierno, se refiere a la habilidad que requiere un gobernante para liderar un país en crisis.

Obama explica que en enero del 2009 recibió un país con una economía en colapso, dos guerras en curso y cientos de miles de ciudadanos norteamericanos perdiendo empleos. Deja claro que no hay manual para gobernar y avanzar en una democracia.

Sin embargo, nos dice que lo más importante para gobernar no es la emisión de leyes y regulaciones, sino la habilidad para relacionarse con las personas. De esta manera, se logra conectar con ellas para lograr cambios de actitudes y comportamientos.

Una vez más Obama demuestra que el liderazgo de un país en crisis y donde la confianza en los gobernantes está en un nivel muy bajo requiere de un factor clave: la empatía.

Empatía entendida como la habilidad para detenerse y entender las preocupaciones y motivaciones de esas personas que componen el país que está gobernando. En su definición más obvia, ponerse en su lugar; y así lograr que los individuos se sientan comprendidos y valorados.

Harry C. Garner, teniente coronel (retirado) del Ejército de Estados Unidos, en su artículo “Empatía, una verdadera destreza de un líder”, señala que la empatía no quiere decir concordar con las posturas o puntos de vista de las otras personas, pero sí requiere identificación con lo que esas personas están pasando. Resalta, además, que el comportamiento empático del líder motiva a los seguidores, genera identidad, mejora su credibilidad y genera cooperación para el logro de objetivos.

Si es tan claro así, ¿qué pasa con nuestros líderes en el Gobierno? ¿Dónde está esa empatía que permitiría levantar el nivel de confianza que en nuestro país está por los suelos?

Muchos de nuestros líderes se miran a sí mismos, actúan en su propio beneficio y están tan inmersos en sus ‘thrillers’ personales que no logran cambiar de frecuencia.

Para ser empático y generar confianza se requiere sintonizar el canal adecuado para entender cómo se sienten los ciudadanos y actuar apropiadamente. Incluso, se necesita sintonizar de tal forma que los seguidores perciban que son ellos los que influyen en el líder. Hoy nuestros nuevos gobernantes tienen la oportunidad de ejercer un liderazgo con empatía en tanto sintonicen nuestro canal, el canal de todos los peruanos.

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