(Fotos: El Comercio)
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Gonzalo Carranza

La semana pasada tuvimos una idea de cómo habría sido tener un Ministerio de Agricultura () en un gobierno del Frente Amplio, al menos en cuanto a retórica. Me refiero a las ideas heterodoxas del ministro José Manuel Hernández sobre la formación de precios del limón, los cuales han aumentado más de 1.000% desde mayo.

El caso es ideal para una clase introductoria de microeconomía. La curva de oferta del limón ‘se movió’ fuertemente debido a las secuelas del fenómeno de El Niño costero en la productividad de los valles limoneros de la costa norte. El abastecimiento en los mercados mayoristas de Lima es hoy 60% menor a lo que era hace 11 semanas, según cálculos de El Comercio basados en información del propio Minagri. Testimonios recogidos en los valles por la prensa regional hablan de caídas similares en la producción.

Ante esta situación, los precios en toda la cadena del producto subieron para reflejar la escasez. Esa es la función del mercado: enviar señales (los precios) que influyan en el comportamiento de consumidores y ofertantes. Con un por las nubes, los consumidores buscan sustitutos, mientras los ofertantes persiguen maneras de ingresar al mercado. Por ejemplo, según Procitrus, ya se está contrabandeando limón desde Ecuador y Colombia.

Un ministro de Agricultura de un "gabinete de lujo" habría hecho un esfuerzo por explicarle esto a la ciudadanía. José Manuel Hernández, en cambio, prefirió buscar un chivo expiatorio en el catálogo de excusas que los gobiernos que reniegan de la ortodoxia económica suelen emplear cuando la inflación se sale de control: la especulación. "Claro que hay menos producción, pero tampoco se justifica que los precios salten de esa manera", afirmó en una entrevista con RPP.

Más allá de la dudosa validez económica del concepto mismo de especulación, pensar que este se pueda aplicar en el mercado de limones carece de sustento. Especular es adquirir un activo y retenerlo a la espera de un mayor precio futuro, actividad improbable con frutos que se malogran en unos días. Y una subida generalizada como la que ha tenido el limón requeriría concertar precios en un mercado completamente atomizado. El ministro le apuntó particularmente a los minoristas, pero su margen ha bajado a niveles mínimos, reflejando la incapacidad del último eslabón de la cadena de distribución de trasladar por completo el mayor costo del limón a los consumidores.

La respuesta de Hernández no fue un desliz aislado, si nos guiamos por la conducta del Minagri en casos como el de Pura Vida o el de Sublime. Pareciera, en cambio, que este ministerio está dominado por la incompetencia económica esperada de un gobierno de Verónika Mendoza, no de uno de PPK.

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