Bloomberg.- En un supermercado de Río de Janeiro, un hombre vestido con un prolijo traje azul marino se desplazaba con una bandeja de bacalao grillado con aceitunas laminadas repartiendo bocaditos a los compradores. La degustación no habría sido excepcional si no fuera por la identidad de su pescadero: el príncipe de la corona de Noruega.Follow @PortafolioECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
La escala del príncipe Haakon forma parte de un viaje de cuatro días por Brasil para incrementar la demanda en el que fuera un mercado importador próspero. Esto confirma las pruebas de que los efectos de la recesión en Brasil están teniendo repercusión más allá de sus fronteras.
La caída de la moneda brasileña ha sido tan seria -30 por ciento este año, el nivel más alto entre 24 economías emergentes- que está modificando los hábitos de compra de los consumidores. A medida que aumentan los precios de las importaciones, alimentando una inflación que se acerca al 10 por ciento, los brasileños compran menos de todo, desde artículos de electrónica extranjeros hasta bacalao noruego, el favorito de los lugareños desde que la corte real portuguesa trasladó la capital del imperio a Río en el siglo XIX. Hoy, las albóndigas de bacalao frito son refrigerios habituales en los bares, y el pescado es un elemento básico en los platos tradicionales de las fiestas.
“Desde que era pequeña, mamá siempre compraba un trozo para poner en la mesa”, dijo Nuesa Fonseca, de 65 años, asistente en un estacionamiento que vive en una villa miseria vecina. Haría lo que fuera necesario, dijo, por reunir el dinero para darse el lujo de esa comida de Navidad.
Para complicar aún más los problemas de los compradores brasileños, hay una recesión que según los pronósticos se extenderá al año próximo y un desempleo que creció hasta su nivel más alto en esta década. Esto dificulta aún más el viaje del príncipe Haakon destinado a reactivar la demanda del quinto mercado más grande del mercado de bacalao de Noruega.
Los volúmenes de exportación de bacalao desde Noruega a Brasil cayeron 37 por ciento en los 10 primeros meses respecto del mismo período un año antes, según datos del Consejo Noruego de Pesca. El país europeo occidental también sufre a raíz de la caída del sector brasileño del gas y el petróleo. Brasil es el mercado extranjero más grande para compañías noruegas como Aker Solutions ASA que venden sistemas submarinos y servicios de perforación.
El instituto de estadística de Brasil no hace un seguimiento del precio del bacalao en forma individual, pero Arlison Martins, responsable de proteínas en la cadena brasileña de supermercados Zona Sul, dijo que el costo aumentó 40 por ciento desde el año pasado. Esto ha provocado la mayor caída en los volúmenes de venta de todas las carnes que tiene a su cargo.
“Optan por otros tipos de carne –eso sucede muchísimo”, dijo Martins por teléfono desde Río. “Comienzan a emigrar”.
El supermercado de Río que visitó el príncipe Haakon ofrecía un descuento de 17 por ciento sobre los nuevos “cortes nobles” que se promocionaban. Aun así, dejó a los filetes noruegos casi el doble de caros que el salmón y el bacalao de Alaska.
“Adoro el bacalao”, dijo Conceicao da Gloria Barradas Fonseca, una brasileña de 77 años que redujo su consumo de bacalao de tres veces por semana antes de la crisis a una. “No siempre puedo comprarlo porque es muy caro. Más ahora, por el dólar”.