(Foto:Reuters)
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Agencia Bloomberg

Transcurrida menos de una semana desde el apagón masivo que sobrevino luego del Huracán María y transformó esencialmente a en una economía manejada exclusivamente con efectivo, un importante banquero local temió tanto por el aprovisionamiento de billetes que llamó a la Reserva Federal ().

William Dudley, presidente de la FED de Nueva York, dio la orden en cuestión de minutos, y finalmente un avión cargado con una suma no revelada de dinero efectivo aterrizó en la castigada isla, según Richard Carrión, presidente ejecutivo de Popular Inc. que realizó la llamada.

Él y el máximo responsable, Ignacio Álvarez, reflexionaron el viernes sobre los primeros días caóticos de la crisis durante una entrevista en su oficina del distrito financiero Hato Rey de San Juan.

“Pensamos que el efectivo iba a ser un problema”, dijo Carrión, de 64 años, cuyo banco es el más grande de Puerto Rico por depósitos. “La magnitud de esto es algo que no habíamos experimentado”. Suzanne Elio, portavoz de la FED de Nueva York, se negó a hacer declaraciones sobre el envío de dinero.

Los ejecutivos describieron los pedidos urgentes de los clientes corporativos de cientos de miles en efectivo para pagar los sueldos, y el problema de encontrar suficientes camiones blindados para satisfacer la demanda incesante de los cajeros automáticos.

Así fueron los días posteriores a María, que devastó el territorio estadounidense el mes pasado, dejando un saldo de 39 muertos, edificios derrumbados y la red de electricidad de la isla fuera de servicio.

Ya al día siguiente de la tormenta, la FED comenzó a trabajar para hacer llegar dinero a la isla, según una persona al tanto del tema que pidió no ser nombrada hablando de los preparativos de la FED.

Ambos ejecutivos bebieron café fuerte en las oficinas del tercer piso de Popular con aire acondicionado, un oasis de la crisis que todavía se está desarrollando en numerosas partes de la isla. En la planta baja, un pequeño grupo aprovechaba la electricidad disponible para cargar teléfonos y refrescarse.

Un día reciente, algunas personas llevaron sillas y colocaron un televisor y videojuegos para pasar el tiempo.

Nueve de cada diez portorriqueños todavía no tienen electricidad, la mitad de la isla está sin agua potable, las escuelas están cerradas, el gobierno impuso el toque de queda, mientras las empresas en todas partes tratan de salir adelante.

En Popular, la mitad de las sucursales permanecían cerradas el viernes, al igual que dos tercios de los cajeros automáticos.La devastación “es increíble”, dijo Carrión, que está viviendo en un hotel desde que su residencia en el Viejo San Juan se quedó sin electricidad.

Álvarez, de 58 años, es egresado de la escuela de leyes de Harvard y asumió como máximo responsable de Popular este año.

Anteriormente, ese puesto era ocupado por Carrión, cuya familia ha dirigido la empresa por generaciones. Álvarez dijo que ha habido tiendas que cerraron y despidieron empleados como consecuencia de la tormenta, lo cual es una preocupación para el banco.

“Más que el daño de los seguros a las propiedades para nuestra garantía colateral, que no será tan grande, es la disrupción económica causada por el huracán”, dijo.

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