"Programados para no fallar", por Alessandra Corrochano
"Programados para no fallar", por Alessandra Corrochano
Redacción EC

Si hemos decidido implementar un área de , sabemos de su importancia y lo que significa para el negocio. Queremos pensar diferente y hacer de la innovación el eje central de nuestra compañía. Sin embargo, ¿hemos reflexionado sobre la posibilidad de fallar?


No basta con pensar diferente, sino también hay que atreverse a hacer cosas diferentes y para eso tenemos que combatir el temor natural a fallar. La educación tradicional nos enseña que la persona más capa de la clase es la que siempre tiene las respuestas correctas, la que nunca se equivoca y más aun, que solo hay una respuesta correcta.

Esta creencia tan arraigada en nosotros es la principal barrera que tienen las personas para innovar. ¿Por qué? Porque nos impide hacer cosas que tengan una alta probabilidad de error y salirnos de nuestra área de confort, nos impide aventurarnos en algo que no tenga una respuesta conocida, en algo disruptivo. 

Así, nuestras innovaciones se tornan en mejoras incrementales de lo que ya conocemos sin cuestionar una base que asumimos es correcta. Nuestra idiosincrasia enfatiza el temor a equivocarnos. Nos reímos del que se equivoca, rechazamos al que ha tenido un fracaso. Pero eso está cambiando y puede cambiar aun más rápido si empezamos por nosotros mismos.

Tenemos que entender que el mayor aprendizaje viene de no saber e incluso de fracasar, fracasar y aprender. La persona que no aprende es aquella que cree que lo sabe todo y el paso más difícil para aprender es desaprender.

Entonces, el poder innovar depende de nuestra capacidad para cuestionar o incluso desaparecer lo que sabemos, y estar receptivos a escuchar y aprender primero, y a probar, fallar y seguir aprendiendo después.

Las empresas más innovadoras serán aquellas tolerantes al error y que puedan transformar ese error en aprendizaje. La mayoría de ejecutivos tiene miedo a equivocarse frente a sus clientes. Es por esto que tienen que estar 100% seguros antes de lanzar un producto y ese producto termina siendo una mejora de algo que ya saben que funciona. 

Sin embargo, una vez que se empieza a probar con los clientes uno se da cuenta de que ellos son permisivos. Si les comunicamos que estamos probando para encontrar una solución a una necesidad, la mayoría es receptiva a las pruebas e, incluso, al error. Son entusiastas al darte ‘feedback’ y en ayudarnos a mejorar. 

Trabajar en innovación y usar la metodología de diseño centrado en las personas cambió mi forma de ver la vida, mi carrera y mi manera de aprender. Me di cuenta de que no es tan importante saber todas las respuestas como descubrir que no las sé: solo ahí estoy aprendiendo; que no es tan importante acertar, como probar, fallar y aprender de tus errores; que no es tan importante idear como, además de idear, hacer: una solución no es innovación si solo existe en un papel.

Por eso les digo, atrévanse a fallar, pero para aprender de esas fallas, atrévanse a hacer, no se queden en pensar y acertar.

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