Keishi Kameyama, en la oficina de la empresa en Tokio, oculta su cara en fotos por motivos de privacidad. (Foto: Kiyoshi Ota / Bloomberg)
Keishi Kameyama, en la oficina de la empresa en Tokio, oculta su cara en fotos por motivos de privacidad. (Foto: Kiyoshi Ota / Bloomberg)
Agencia Bloomberg

Imagine por un momento que al editor de Pornhub.com le piden que hable a estudiantes de la Universidad de Harvard sobre las virtudes de dirigir una empresa socialmente responsable. Eso es básicamente lo que sucedió en en diciembre pasado, cuando la universidad privada más prestigiosa del país cursó una invitación al magnate del , Keishi Kameyama.

Después de años de créditos bancarios rechazados y acuerdos de negocios congelados, quien fue anteriormente un paria es ahora recibido como pionero de internet, y hasta como modelo a seguir. Sus medios en constante evolución y su imperio tecnológico, DMM.com, comenzaron con la pornografía pero se han convertido en una vasta colección de empresas que han hecho de él una de las personas más ricas de Japón.

Kameyama obtuvo un importante voto de confianza hace unos años cuando el cineasta “Beat” Takeshi Kitano aceptó aparecer en avisos publicitarios para su incubadora de empresas emergentes, y desde entonces los auspicios llegan rápidamente. En diciembre, fue una invitación de estudiantes de la Universidad Keio para que hablara sobre su trabajo invirtiendo en África y apoyando a jóvenes emprendedores.

Un mes más tarde, la revista semanal más popular de Japón lo contrató para escribir una columna en su sitio web, Bunshun Online, ofreciendo consejos sobre crianza de los hijos y relaciones. En abril, estudiantes universitarios encuestados por el diario Nikkei lo eligieron uno de los mejores 100 empleadores de Japón, por delante de IBM y Google.

“Siempre estamos probando cosas nuevas, y la gente piensa ‘Si trabajas allí, van a pasar cosas interesantes’. Es como pensar ‘¿qué hará ahora, lanzar un cohete?’”, dijo Kameyama riéndose durante una extensa entrevista en la que habló sobre su familia, sus finanzas y la compleja ética del negocio que lo hizo rico.

Quizá parezca extraño que el operador de un centro comercial online para vídeos de sexo explícito haya ganado semejante aceptación pública, pero Japón siempre ha tenido una suerte de tolerancia de mirar hacia otro lado con respecto a la pornografía.

Más significativo aún, Kameyama ha desarrollado una cartera ecléctica de negocios que en la actualidad incluyen una plataforma de negociación de divisas, videojuegos, una escuela de inglés online y parques solares. El año pasado, la pornografía representó menos de un tercio de las ventas de US$1.700 millones del grupo.

“La gente está empezando a darse cuenta de lo listo que es este tipo”, dice Akira Ishihara, presidente de la firma consultora Kiseki Keiei Risya, con sede en Tokio, que presentó a Kameyama en un seminario sobre empresas emergentes el año pasado. “Tiene una visión de futuro increíble y la forma en que pone a trabajar el efectivo es muy, muy inteligente”.

De 56 años, casado y con dos hijos, lleva perilla de tan sólo unos días y un uniforme de camisetas monocromas que no llama la atención. Ser dueño de DMM le da un patrimonio neto de US$3.500 millones, según registros financieros revelados por primera vez a Bloomberg News y cálculos del Bloomberg Billionaires Index basados en ganancias actuales.

Sin embargo, la apariencia y la actitud de Kameyama prácticamente no sugieren riqueza. El noveno hombre más rico de Japón va a trabajar en bicicleta.

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