El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, llegó el sábado a Pekín con la intención de asegurar más compras chinas de bienes y productos energéticos estadounidenses, días después de que Washington intensificase la presión en su disputa con China y enfureciese a sus aliados con aranceles sobre los metales.
Ross no habló con periodistas en su hotel de Pekín el sábado por la tarde. Estaba previsto que más tarde asistiese a una cena con el viceprimer ministro chino Liu He, el negociador en la disputa comercial, en la estatal “Diaoyutai Guest House”, dijo un funcionario estadounidense que añadió que volverán a reunirse el domingo.
La visita de Ross se produce después de que esta semana se lanzasen nuevas amenazas arancelarias contra China por parte de la administración Trump, mientras que los aliados de los norteamericanos se han quejado después de verse afectados por los cargos al acero y aluminio.
Estados Unidos y China han amenazado con aplicar aranceles de hasta US$150.000 millones cada uno.
Tras una aparente tregua entre los dos gigantes económicos, la Casa Blanca advirtió esta semana que continuará aplicando tasas arancelarias a las importaciones chinas por valor de US$50.000 millones e impondrá restricciones a las inversiones chinas en Estados Unidos, además de fijar controles de exportación más estrictos.
Ross, cuya visita a Pekín fue precedida por la de más de 50 funcionarios de Washington, estará en China durante dos días tratando de asegurar compras de productos agrarios y energéticos estadounidenses que ayuden a reducir su déficit comercial de US$375.000 millones con el gigante asiático.
El presidente estadounidense, Donald Trump, ha pedido a China que tome medidas para reducir este desfase en US$200.000 millones anuales para el 2020.
El equipo estadounidense también quiere garantizar una mayor protección de la propiedad intelectual y poner fin a las ayudas estatales chinas que han contribuido a la sobreproducción de acero y aluminio.
Aunque muchos países comparten la frustración de Estados Unidos sobre el comercio de China y sus prácticas económicas, los críticos a la política de Trump han advertido de los riesgos de que Washington acabe alejándose de la Unión Europea, Canadá y México con tarifas del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio.
El viernes, los aliados más próximos a Estados Unidos atacaron a la administración Trump por los aranceles mientras que Japón, durante una reunión de líderes financieros del G7 en Canadá, calificó la decisión estadounidense de “profundamente deplorable”.