¿Las explosiones del Note 7 es lo peor que enfrenta Samsung?
¿Las explosiones del Note 7 es lo peor que enfrenta Samsung?

(Bloomberg). Como si ya no fuera uno de los ejecutivos tecnológicos más poderosos del mundo, Lee Jae Yong va camino de adquirir mucho más poder.

 

Aunque el nombramiento de Jay Y. al consejo de administración de Electronics llega en medio de la crisis de la batería del Note 7 –invitando a conexiones obvias y trilladas entre ambos–, en realidad no sorprende que el heredero del mayor imperio empresarial surcoreano se sume al directorio.

Debería sorprendernos, en todo caso, que llevara tanto tiempo, dado que su padre Lee Kun Hee sufrió un ataque cardíaco en 2014 y, desde entonces, el único hijo de este viene poniéndole el hombro a una porción mayor de la carga de trabajo.

Si su designación es aprobada por los accionistas (que lo será), Jay Y. no se unirá a la junta directiva por al menos otras seis semanas. Para entonces, la crisis del Note 7 se habrá mayormente aplacado y a él le quedarán por manejar solamente las secuelas financieras y de prestigio. Basta con mirar a Toyota si se tiene dudas sobre la capacidad de los consumidores para perdonar y olvidar.

En lugar de teléfonos inteligentes que explotan, Jay Y. enfrentará una serie de incendios ardientes que tendrá que apagar una vez que los detecte realmente. Para ser justos, si yo puedo ubicarlos, entonces es probable que él también pueda hacerlo.

Empecemos por el futuro de los smartphones. Samsung sale vencedor en las ventas globales de teléfonos –a pesar de la actual crisis–, pero el mercado enfrenta problemas macroeconómicos que ni siquiera la poderosa empresa coreana puede evitar. Pese a todos los clichés en relación con Apple, no es por la compañía estadounidense por lo que el negocio de teléfonos inteligentes de Samsung debe preocuparse. Deben inquietarla, en cambio, Huawei, ZTE y Lenovo, todas las cuales tienen diversos niveles de tecnología propia que las ayudan a competir contra empresas oportunistas como Xiaomi, Oppo y OnePlus. A la fecha, Samsung reina en ese dominio de tecnología más dispositivos, pero Jay Y. sabe que eso no será eterno.

Luego están las divisiones de chips y de pantalla. Sin duda, Samsung es una líder mundial en ambas, y ya he mencionado cómo la polinización cruzada entre componentes y dispositivos ha ayudado a ambos negocios. Sin embargo, no crea que esto durará para siempre.

Cada día más, las plantas productoras de semiconductores de Samsung se dedican a crear artículos para clientes que son también competidores, y lo mismo vale para las pantallas. Apple es el más famoso de ellos, aunque Qualcomm también entra en esa categoría. Apple encaró en forma directa el conflicto enviando los chips a TSMC, y probablemente también recurra más a Intel en el futuro. Al mismo tiempo, Apple ha trabajado duro en Taiwán para desarrollar tecnología fundamental de pantalla, incluidas medidas recientes para empezar a producir sus propios diodos orgánicos emisores de luz. Qualcomm ha hecho competir entre sí a TSMC y Samsung, y tiene otras fabricantes a las que puede recurrir.

La historia demuestra que abastecer a los clientes en una parte del negocio y competir con ellos en la otra no es sostenible en el largo plazo. En algún punto, Jay Y. tendrá que considerar una escisión.

Está, por último, todo el universo de la tecnología que no es hardware: computación en la nube, internet de las cosas, comunicaciones y redes sociales, tecnología financiera, de la salud y de la educación. La lista es larga, pero pese a todos sus intentos, la profundidad alcanzada por Samsung en estos campos es escasa y la propia empresa los ha delineado como un área que su nuevo miembro del directorio debe focalizar.

Con una nave de US$197.000 millones que timonear y un mar agitado por delante, Jay Y. seguramente sabe que unos pocos teléfonos que estallan no sumarán demasiado a los peligros de la navegación.

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