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Aeropuerto sin escalas
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Perú inicia una nueva etapa en su conectividad aérea. En el mes en que JetSmart celebra su tercer aniversario operando en el país, y tras haber transportado a más de cinco millones de pasajeros, se inauguró oficialmente el nuevo terminal del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Este es, sin duda, el cambio más significativo que ha tenido el transporte aéreo nacional en décadas.
Si bien se evidenció en los primeros días de operación del terminal que el funcionamiento requería ajustes producto de la alta congestión de pasajeros en áreas clave del aeropuerto -además de otros incidentes relevantes- todos confiamos en que el operador aeroportuario y las autoridades competentes adoptarán las medidas pertinentes para que el nuevo terminal alcance el estándar de calidad propio de un aeropuerto de primer nivel y garantice una experiencia óptima a los viajeros.
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Este moderno terminal es más que una obra de infraestructura: es una apuesta por el futuro. Con una capacidad ampliada para atender hasta 30 millones de pasajeros por año -el doble de lo que ofrecía el antiguo aeropuerto- su diseño integra tecnología, sostenibilidad y eficiencia operativa. Las 46 puertas de embarque, los sistemas automatizados y la nueva torre de control consolidan a Lima como un punto clave de conexión en Sudamérica.
Pero este gran salto también trae nuevos desafíos. Uno de ellos es la implementación de la Tarifa Unificada por Uso de Aeropuerto (TUUA) de transferencia. Esta nueva tarifa, que asciende a más de US$7 para vuelos nacionales y más de US$11 para internacionales, será asumida por los pasajeros que hagan escala en Lima antes de continuar su viaje a otro destino. En un viaje de ida y vuelta, esto puede representar un costo adicional de hasta US$22.
Para los usuarios no se trata solo de una cifra. En un contexto donde el precio define muchas decisiones de viaje, este cobro puede tener un impacto real en la experiencia del pasajero y en la competitividad del aeropuerto frente a otros hubs regionales como Bogotá o Panamá, que no aplican tarifas similares.
La pregunta que debemos hacernos es clara: ¿estamos diseñando un aeropuerto para atraer más pasajeros, o para encarecer el tránsito? Toda inversión debe sostenerse, por supuesto, pero esa sostenibilidad tiene que traducirse en servicios palpables, accesibles y visibles. El pasajero que paga una tarifa espera más que una sala de espera funcional: espera eficiencia, claridad, información y comodidad.
Hoy, más que celebrar una inauguración, lo que corresponde es gestionar con visión. El nuevo Jorge Chávez no puede convertirse solo en un símbolo; debe ser una plataforma efectiva para impulsar el turismo, el comercio y la descentralización del país. El verdadero éxito de esta infraestructura dependerá no de sus dimensiones, sino de cómo integre a todos los actores —Estado, aerolíneas, pasajeros y operadores— en una visión compartida.
Desde JetSmart renovamos nuestro compromiso con el Perú. Creemos en una aviación más inclusiva, eficiente y moderna. Y creemos, sobre todo, que volar debe seguir siendo un derecho accesible, no un lujo restringido por tarifas poco claras. La conectividad aérea es progreso, y este nuevo aeropuerto tiene todo para ser un puente, no una barrera.

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