Seis aspectos para tomar en cuenta al formar un directorio
Seis aspectos para tomar en cuenta al formar un directorio
Jorge Medina Méndez

Hasta hace algunos años, hablar de ética empresarial no solo era infrecuente en el mundo de los , sino que se consideraba algo propio del campo de la moral o la religión.

No se la relacionaba, al menos no explícitamente, con las inherentes responsabilidades de una empresa con todas sus partes interesadas: accionistas, trabajadores, clientes, proveedores, reguladores, comunidades, Estado y medio ambiente.

Sin embargo, eso –en buena cuenta– no solo ha cambiado, sino que de tiempo en tiempo cobra más relevancia cuando ocurren hechos como los de Volkswagen, Petrobras, las constructoras brasileñas, y otros tantos que a diario informan los medios como los recientes de Guatemala o Panamá. 

Todo esto está generando una nueva dinámica en el funcionamiento de los , que buscan cerciorarse de que la ética empresarial está en el centro mismo de la estrategia del negocio.

En este sentido, y desde un punto de vista práctico, algunos encuentran útil definir a la ética empresarial como la convicción personal del empresario de que no todas sus decisiones valen lo mismo, pues siendo estas individuales, tienen impactos universales al afectar a los demás. Este enfoque, que algunos podrían considerar más propio de una organización pública o benéfica, es absolutamente compatible con los negocios, pues su sostenibilidad depende de ello. 

La ética empresarial es la expresión más clara de una buena gobernanza corporativa, y esta depende en gran medida del directorio. Por ejemplo, de su composición y funcionamiento, que deberían responder a los constantes cambios.

El escrutinio sobre las corporaciones se ha tornado mucho más intenso, no solo por parte del mercado, inversionistas, reguladores y supervisores, sino también por la atención que los medios, las redes sociales y los propios consumidores ponen de manifiesto sobre las conductas empresariales. Eso requiere que la composición de los directorios sea lo suficientemente plural y diversa –en profesiones, experiencia, género, edad e independencia– para entender, evaluar y aconsejar sobre realidades muy cambiantes, en donde todo está interconectado y todo es interdependiente, especialmente en dimensiones que subyacen a la empresa. 

De otro lado, el contenido de la agenda del directorio, la periodicidad de las sesiones y la activa participación de sus miembros en comités de trabajo pueden incrementar la eficacia de un directorio para prevenir problemas y generar beneficios concretos a la organización. En este sentido, el monitoreo informado y regular del desempeño de la gerencia –entendiendo las diferencias entre las estrategias de corto y largo plazo y cómo administra los riesgos– es de vital importancia. La no complacencia y el ejercicio de un adecuado escepticismo profesional –mediante preguntas no siempre “políticamente correctas”– ayudan a entender los dilemas éticos y a prevenir daños a la reputación de la empresa. 

Ciertamente, el presidente del directorio juega un rol fundamental, pues debe lograr que –en tanto diverso y plural– el directorio que preside logre la cohesión necesaria para funcionar como un verdadero equipo y pasar de los temas formales y rutinarios a asuntos verdaderamente relevantes.

Un directorio, cuyos miembros han tenido un buen proceso de inducción y comprenden a conciencia el rol que les toca jugar, generará mayor valor, pues además de las funciones “usuales”, aplicará un enfoque holístico que le permitirá cubrir desde los riesgos propios de la industria –incluyendo los cambios tecnológicos y demográficos– hasta aquellos temas “macro” que subyacen al control inmediato de la organización, como la calidad de la democracia y de las instituciones donde operan.